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opinion/columnistas/alejandro alvarado
Viernes 05 de abril de 2019 - 12:00 PM

Ambuila

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Si Jenny Lizeth Ambuila, hija de Omar Ambuila, jefe del Grupo Interno de Trabajo de Control de Carga de la DIAN en el Puerto de Buenaventura fuera hija de Hugo Aguilar, nadie se preguntaría de dónde sacó los carros, los lujos, los apartamentos y creerían que es el resultado de un milagro espontáneo, o del trabajo arduo de sus padre, sin embargo, los medios de comunicación y las personas se encargaron de hacer la tarea, los destruyeron, los aplastaron y eso en medio de todo está bien, el rechazo al corrupto debería ser así, solo que en este caso es la persecución morbosa a una chica sin mayores atributos estéticos convertida hoy en objeto público de destrucción.

La pregunta que les hago es ¿dónde está la Fiscalía distribuyendo las fotos y videos de las propiedades de José Elías Melo uno de los grandes culpables del robo de Odebrecht en el caso de la Ruta del Sol II? ¿O quiénes se preguntan de dónde salió la plata de los Tavera que hoy día tienen gobernador?, ¿o acaso se indignan igual y comparten en sus redes sociales los carros lujosos de la familia Aguilar, no, no lo hacemos porque no se indignan ante la corrupción, se indignan que personas mucho más cerca de su estándar clase media se vuelvan mágicos, nadie se quiere meter con los grandes, nadie quiere cuestionar al empresario corrupto o que no le importa con quién hace negocios.

¿Acaso alguien va a tomarle fotos a las propiedades de Néstor Humberto Martínez salpicado hasta más no poder por los escándalos de Odebrecht y los sobornos a funcionarios judiciales en el caso de Carlos Mattos contra Hyundai?, acá hay mejores indiciados que otros, porque hasta donde tengo entendido nadie le a preguntado a Oscar Villamizar, hijo de un condenado corrupto si no le da pena la familia que tiene, o por qué tiene el descaro de presentarse a elecciones, acá no hay delitos de sangre, pero tampoco ninguna vergüenza.

Reflexionemos un poco sobre la destrucción de la vida ajena, seguro si eres más poderoso que un funcionario de rango medio de una entidad pública te destruyen la vida, de lo contrario conviertes a tus hijos en senadores.

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