El concepto general de lo público tiene como objetivo: el gozo de la comunidad. Por ende, es algo que le pertenece a todos. Y a pesar de que suena muy simple y hasta se puede llegar a confundir con las primeras palabras que uno le dice a alguien cuando se está cuadrando, al compararse con la realidad es solo una vil mentira, de ahí surge la siguiente pregunta: si lo que es público es de todos, y en cuestiones lógicas, por lo tanto también es mío ¿por qué no lo cuidamos? Yo no veo personas tirando basura y escribiendo “Daniela te amo”, intencionalmente en sus carros o en sus casas.
Pero, ¿por qué si pasa en los puentes, en los parques y en nuestro sistema de transporte? Irónicamente cuando eso fue creado para nuestro desarrollo individual y colectivo. ¡A la mayoría de los colombianos este país no les pertenece! Sólo se les ve en cadenas de WhatsApp.
Esa falta de sentido de pertenencia es lo que ha afectado negativamente a Colombia. Al supuesto país más “feliz” del mundo, premisa tan falsa como las despedidas de los hermanos Gasca. Pero sí encabeza la lista de los países más corruptos, y con más desigualdad social, en donde se mata por pensar diferente.
Nos importa poco. Empezando por nosotros los jóvenes, al hacerles campañas a políticos que no representan nuestros ideales por un puesto. Tal como es el ejemplo del grupo juvenil de Héctor Mantilla Renace. Olvidamos el sentido ecológico, arrojando basura sólo con la excusa que existe un empleado que realizará tal acción.
Estamos más preocupados por si Luisa Fernanda W celebró el cumpleaños de Pipe Bueno o estuvo de luto, que por las problemáticas que nos afectan a todos como colectividad, como nuestro páramo, el acceso a la educación y a la calidad del servicio de salud, entre otros.
Está es la creencia más nociva que tenemos, más dañina que la corrupción. Porque cuando se pierde el interés, deja de importar lo que sucede alrededor.
Es ahí, en ese momento no solo se roban nuestro país, se roban nuestro futuro.