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Alexander Arciniegas
Jueves 01 de noviembre de 2018 - 12:00 PM

Bolsonaro y el mundo

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politicainternacional1648@gmail.com

Como era previsible, el domingo pasado la democracia brasilera se hizo el harakiri. La victoria de un candidato sin preparación, que pregona pasajes de la Biblia lo mismo que elogios a la dictadura y los torturadores, es el producto de la desestabilización a que fue sometido el país por las fuerzas que nunca aceptaron la victoria del PT en las elecciones de 2014.

Estas fuerzas cada vez más radicalizadas le apostaron a la quiebra del Estado de Derecho, con el golpe a Dilma y la prisión sin pruebas de Lula, para nivelar el juego electoral y se salieron con la suya. Brasil está hoy en manos de un extremista patrocinado por poderosos grupos de traficantes de la fe, la tierra y la violencia, que reviviendo la tesis del enemigo interno reprimirán a opositores y minorías, mientras impulsan una política económica antinacional.

Internacionalmente, Bolsonaro, que prometió salir de la ONU y del Acuerdo de París, priorizará sus relaciones con Estados Unidos, la Italia de Matteo Salvini y con Israel.

La alineación con Estados Unidos será manifiesta en lo bilateral y multilateral. Esto y la aproximación con Israel afectarán las relaciones de Brasil con Medio Oriente, pues el nuevo Presidente promete trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén.

La relación con Argentina, su cuarto socio comercial, dejará de ser estratégica y podría incluso revivir desconfianzas en el campo militar. Mientras el Mercosur continuará debilitándose.

Bolsonaro endurecerá el discurso xenófobo, principalmente contra los venezolanos, lo que estimulará nuevos ataques como los ocurridos recientemente en Pacaraima Roraima. Así mismo, su retórica incendiaria, afín a la de uribistas como nuestro embajador en Washington, añadirá más leña al fuego de la crisis venezolana. Finalmente, el efecto contagio del autoritarismo brasileño envalentonará a grupos fascistas en distintos países de la región de modo que surgirán émulos de Bolsonaro al estilo del empresario Edgardo Novick, quien con promesas de mano dura aspira a la presidencia de Uruguay el año entrante.

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