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Alexander Arciniegas
Miércoles 15 de marzo de 2023 - 12:00 PM

Bukele y el rencauche de la mano dura

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El presidente Salvadoreño Nayib Bukele es un audaz comunicador político. Un mago de la teatralidad que parece seguir a pie juntillas, las palabras de Maquiavelo en el Principe: “Los hombres en general juzgan más por los ojos que por las manos; porque el ver pertenece a todos, y el tocar a pocos... El vulgo se deja siempre coger por las apariencias...”

Con un estilo que tiene evidentes muestras de narcisismo y culto a la personalidad, Bukele ha venido construyendo en torno suyo, una aura de enemigo de todo lo viejo y corrupto que hay en la política salvadoreña.

Sus constantes apariciones públicas en el marco de la guerra que ha declarado a las maras; como el video en el que presentó la gigantesca prisión en la que promete encerrar a las pandillas, son solo una audaz puesta en escena que capitaliza un imaginario social moldeado por el miedo que alimentan los medios de comunicación en su traqueteo permanentemente, de todo tipo de noticias sobre crímenes, y por la creencia según la cual, el problema de seguridad pública se resuelve de manera mesiánica.

Bukele no solo es una figura muy popular en su país sino en Colombia, aun cuando su guerra contra las pandillas es solo un refrito de las leyes salvadoreñas de “Mano dura” sancionadas en 2003 y “Super mano dura” de 2004 que ayer como hoy, solo condujeron a encarcelamiento de personas por el simple hecho de tener un tatuaje y a todo tipo de abusos de unas fuerzas de seguridad con una tradición autoritaria y proclives a la corrupción debido a sus problemas de profesionalismo.

La eficacia de la mano dura de Bukele, quien se jacta de haber hecho del su país “el más seguro de América”, no pasa de un slogan que parece sucumbir en medio de las denuncias de abusos a los derechos humanos y acusaciones desde Estados Unidos sobre negociaciones por debajo de la mesa de su gobierno con 13 jefes de la Mara Salvatrucha.

Como bien sabemos en Colombia, la falacia de la “mano dura” solo sirve para que líderes autoritarios se eternicen en el poder. Mientras, por otra parte, aplazan la elaboración de políticas públicas con la profundidad económica y social que el tema de la seguridad amerita si se quiere conseguir resultados integrales y sostenibles en el tiempo.

politicainternacional1648@gmail.com

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