La extraña desaparición del congresista “Jesús Santrich” del espacio territorial de Tierra Grata en el Cesar deja varias inquietudes. Entre ellas: ¿cómo es que un hombre ciego desaparece de una zona en donde la Fuerza Pública tiene varios anillos de seguridad?
Al margen de estos interrogantes, es importante subrayar que mientras la ONU manifestó preocupación por la seguridad del exguerrillero exhortándolo a cumplir sus compromisos en el marco del Acuerdo, algo que también hicieron desde el Partido Farc, el Gobierno, con tonito sobreactuado, salió a decir que el Estado “se hará respetar”, insinuando que Santrich, cual exfuncionario uribista, se habría volado.
Si la decisión de Hernández Solarte es abandonar el proceso, esta postura será tan inconveniente para el futuro de la paz como los intentos de Duque por hacerle cambios unilaterales a lo pactado en La Habana. Aunque es cierto que este caso debe separarse del de miles de excombatientes que siguen apostándole a la reintegración, también lo es que se trata de una figura relevante de las antiguas Farc cuyas decisiones tendrán repercusiones políticas.
Primero, les da munición a los enemigos del proceso, encabezados por Uribe, que saldrán a decir que los exguerrilleros están incumpliendo lo acordado, acusando a la Justicia Especial para la Paz y a la Corte Suprema de facilitar la fuga de un “extraditable”.
De otro lado, está la posibilidad de que Santrich se una a Iván Márquez, el Paisa y Romaña, hombres que con su ascendiente podrían seguir fortaleciendo las disidencias que hoy se estiman en unos 1.600 hombres; esto en un contexto en el que el negocio de la droga seguirá siendo como ha sido hasta ahora, fuente de recursos para reclutar y armar nuevos combatientes.
Finalmente, la probable salida del exguerrillero hacia Venezuela agrega más leña a las tensiones con ese país.
Ojalá el hecho se esclarezca pronto y “Santrich” acate su cita con la Corte Suprema el próximo 9 de julio, honrando su promesa de cumplirle a la justicia y a la paz.
