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Alvaro Beltran Pinzón
Lunes 21 de octubre de 2019 - 12:00 PM

Ejercicio de la ciudadanía

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En el reciente sondeo de percepción del programaBucaramanga Metropolitana Cómo Vamos, se da cuenta de la escasa motivación que les asiste a las personas encuestadas para ejercer sus derechos y cumplir sus deberes ciudadanos. El 72% manifiesta no tener interés en participar en ninguna entidad cívica, social o comunitaria. Se revela así una marcada tendencia individualista, de desgano y escepticismo, que afecta la esencia de la democracia.

La tradicional población silenciosa parece que ha encontrado en el rumbo que ha tomado el desempeño de la política una nueva justificación para su comportamiento. Al inveterado desencantamiento propiciado por las promesas incumplidas de los candidatos, se suman ahora el alto grado de desconcierto que se induce con las mentiras o fake news que se divulgan en las redes sociales y el hartazgo que despierta la exacerbación de pasiones y odios a que se apela como recurso desesperado para seguir convocando sufragantes.

A pesar de que el 50% de la población reconoce que las campañas proselitistas están sustentadas en prácticas reprobables, llama la atención que son proclives a ellas y se han convertido en el factor preponderante que mueve a los electores. Con su actitud contribuyen a que se asienten vicios, se aviven astutas divisiones entre “buenos” y “malos” y se produzca un resquebrajamiento familiar y colectivo. La presencia activa de distintas corrientes religiosas en la política, con sus dogmatismos y sus formas de manipulación del voto, constituyen un ingrediente más para incentivar desfiguraciones, según se advierte en la encuesta.

El pluralismo, la riqueza de las diversidades socioeconómicas y de pensamiento y la sana dialéctica de los debates, que tanto aportan al esclarecimiento de las cosas y a la definición de las verdades, cada vez se desdibujan más y pierden el espacio para su vivificante misión.

Resulta paradójico que los candidatos que sean ungidos con mandatos populares producto de estas caóticas campañas deban emprender acciones de inclusión y recomposición comunitaria, como requisito para buscar enderezar programas y propósitos que se traduzcan en positivo aliento para alcanzar el progreso armónico de nuestras localidades. ¿Será posible?

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