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Alvaro Beltran Pinzón
Domingo 27 de diciembre de 2020 - 12:00 PM

El mundo entre paréntesis

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Aun cuando la pandemia por COVID-19 no ha sido la más catastrófica, si nos atenemos al número de muertos, su rápida y generalizada propagación ha sumido a la casi totalidad de las naciones en un paréntesis, signado por el miedo, la angustia y la incertidumbre.

Las erráticas medidas tomadas para su contención, y la falta de solidaridad para paliar sus efectos, han hecho aparecer como muy deficiente el liderazgo mundial, en el cual se advierten torpezas, ligerezas e imprecisiones que solo pueden ser explicadas por el ánimo individualista y la búsqueda de beneficios particulares que caracterizan la política actual. La desacertada actuación de algunos gobernantes ya ha tenido efectos y seguirá pasando cuentas de cobro, motivadas por la frustración y el resentimiento de los afectados.

Se ha evidenciado, una vez más, la importancia de la ciencia, que, en corto tiempo, ha identificado formas para prevenir la enfermedad y despertar una luz de esperanza. Ha constituido factor relevante para afrontar las limitaciones inducidas el extraordinario avance en las tecnologías de la información y las comunicaciones, así como el factor equilibrante que han aportado las artes. Igualmente, sobresale el compromiso, voluntad y vocación del personal encargado de atender la emergencia sanitaria, aún a costa de su propio riesgo y del sacrificio de sus vidas.

El efecto en la facultad cognitiva de toda una generación es incierto, ante los obstáculos y dificultades que se han presentado en la educación y formación de niños y jóvenes. También es preocupante el impacto en la salud mental de un apreciable sector de la población. El alarmante incremento de la pobreza, habida cuenta del retroceso en la producción a niveles de 15 años atrás, hace que la reactivación económica se erija como el reto inmediato en los meses venideros.

Las complejidades del momento que vivimos obligan considerar la disyuntiva entre rendirse o luchar por la recuperación. Nuestro instinto de supervivencia, capacidad de adaptación, disposición para sobreponernos a las adversidades, los medios y el conocimiento con los que contamos, nos permitirán superar la encrucijada. Con esta certeza y racional optimismo, debemos recibir el nuevo año.

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