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Alvaro Beltran Pinzón
Domingo 24 de marzo de 2019 - 12:00 PM

Los valores humanos

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Por estos días el mundo padece una gran conmoción como consecuencia de dos hechos catastróficos que han afectado gravemente el sentido de humanidad que debiera gobernar nuestras acciones. El primero tiene que ver con la masacre protagonizada por un australiano autoproclamado activista racista, etnonacionalista y fascista, que le quitó la vida a 50 creyentes musulmanes en dos mezquitas de Nueva Zelanda. El otro se relaciona con los accidentes de dos aviones Boeing, que han dejado una apreciable cantidad de muertos, por cuenta de fallas en los dispositivos, ansiedad competitiva con un nuevo modelo de aeronave, premuras del negocio y urgencia de sacar ventajas comerciales.

Los noticiosos casos referidos se repiten una y otra vez, con diferentes connotaciones y matices, en todas las latitudes y traen a debate la necesidad y la importancia del humanismo y las humanidades. Reflejan la ausencia de ese componente que Shakespeare señala en el Rey Lear como la carencia y vacío que se pretende llenar con soberbia y prepotencia o con la astucia de solo mirar hacia los intereses mezquinos. Se trata de disponer de un conocimiento que incite a la cordura; al cuidado con la desmesura, con la arrogancia de los dogmatismos o con la autosuficiencia implícita en la fórmula según la cual saber es poder.

Abundan, en estos tiempos y lugares, políticos que piensan generar felicidad en sus gobernados sembrando odios y ultrajando a los demás. Acertadamente dice David Foster Wallace que el binomio dinero-poder se lleva muy bien con el combustible del miedo, el desprecio, el deseo, la frustración y la adoración de sí mismo.

Cuánta razón le asiste al profesor Gerardo Ardila Calderón, en discurso pronunciado en la Universidad Central con motivo del acto de graduación de una nueva promoción de profesionales en diversas ramas de las ciencias sociales, al enunciar que no habrá un cambio posible en el comportamiento humano si no revisamos la manera de entender, de comprender, de actuar en el mundo. Es preciso identificar los pensamientos que tienen valor para orientar la comunidad. Elegir qué queremos pensar, cómo y para qué.

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