La inconformidad manifiesta frente al caótico desarrollo urbanístico, y la incapacidad para brindar una mejor calidad de vida a los habitantes del área metropolitana de Bucaramanga ha llevado a muchos a pensar que se precisa optar por la constitución de un distrito especial. Esta posibilidad, que evidentemente ofrece atractivas ventajas de economía administrativa, se advierte bastante improbable de materializar, por cuanto la desaparición de las actuales entidades territoriales afectaría diferentes aspectos que van desde consideraciones de identidad ancestral hasta razones políticas que prohíjan intereses de todo tipo. La falta de resultados favorables en cuestiones fundamentales como el manejo de los residuos sólidos y de la empresa de transporte masivo son ejemplos que provocan escepticismo.
Esta circunstancia, precisamente debe ser la motivación para emprender acciones que permitan tomar conciencia de la realidad irreversible, según la cual la suerte de cada uno ya se encuentra atada a la de los demás y, como tal, se percibe necesario propender por una positiva articulación que dé el más eficiente rédito a las potencialidades particulares. Es cierto que la institución Área Metropolitana de Bucaramanga podría tener un superior desempeño si sus integrantes tuvieran la voluntad política para propiciarlo.
La reglamentación existente es apropiada y ha merecido elogios a nivel internacional por parte de organismos que se ocupan de la problemática urbana. Proponerse la definición de un plan integral de desarrollo, la determinación de hechos y proyectos estratégicos y cumplir las funciones establecidas en la Ley 1625 de 2013 se percibe como una meta alcanzable, si se piensa en grande y se cuenta con la buena actitud y el soporte de las cuatro administraciones. Salvar algunos inconvenientes que tienen que ver con prerrogativas del municipio núcleo, para generar confianza en los restantes miembros, puede ser objeto de un acuerdo práctico.
Cuando nos preparamos para elegir nuevos alcaldes y concejales, la ciudadanía debe exigir a los candidatos una manifestación clara en torno a su compromiso y disposición para colaborar con los restantes municipios que permita conducir la urbe ampliada a alcanzar logros perfectamente posibles de satisfactorio bienestar y progreso.
