lunes 20 de noviembre de 2023 - 12:10 AM

Alvaro Beltran Pinzón

Tiempo de vacas flacas

La apreciación que recientemente consignamos en este espacio, en el sentido de que es preciso hacer un redireccionamiento a las velas para llevar a buen puerto a la Nación, se corrobora con los sucesos de los últimos días que acentúan el peligro de zozobra. Así lo ha estimado el director de Planeación Nacional, quien advierte la inviabilidad del país para 2025, cuando el servicio de la deuda estaría excediendo la capacidad de inversión.

Al decrecimiento del PIB en el tercer trimestre del año, que confirma el estancamiento productivo, se suman la inexequibilidad de la norma que abolía la deducción de las regalías en el gravamen de renta de las empresas dedicadas a la explotación de recursos naturales no renovables y el cubrimiento del déficit del Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles, que consumieron el recaudo esperado por el ajuste tributario de 2022.

Para paliar la situación, se ha planteado la suspensión del cumplimiento de la Regla Fiscal, que permitiría un mayor gasto gubernamental, medida que ya se adoptó para contrarrestar las consecuencias de la pandemia y cuyos efectos inflacionarios aún está tratando de contener el Banco de la República. Adicionalmente, se busca disminuir la demanda de aportes nacionales por parte de los entes territoriales, mediante el acrecentamiento de sus finanzas con la actualización catastral y el alza de los impuestos prediales, y se ha esbozado una nueva reforma tributaria, en 2024, para cubrir el programa de beneficios sociales.

Al respecto, conviene traer a colación la apreciación del ensayista español Rafael Narbona: “Una política económica redistributiva no se debe basar solo en los impuestos, que casi siempre recaen sobre las clases medias, empobreciéndolas. Lo esencial es crear riqueza y eso solo se consigue mejorando la productividad”.

Como en los relatos bíblicos, los riesgos inflacionarios, los probables incrementos impositivos, los inminentes recortes presupuestales y el ambiente de incertidumbre y desconfianza que se palpa, son presagio de tiempos difíciles.

Es cierto que el desbalance fiscal no ha sido ocasionado por el gobierno Petro; sin embargo, su superación sí depende de la prudencia y el tino con los que maneje este trance.

Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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