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Andrés Espinosa Fenwarth
Martes 26 de noviembre de 2019 - 12:00 PM

Túnel social latinoamericano

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Sociólogos y politólogos por igual se devanan los sesos para entender el origen del estallido social latinoamericano de los últimos meses. La agresividad de las turbas chilenas ha sorprendido a todos los analistas, especialmente en un país que ha sido modelo de estabilidad política, desarrollo económico, prosperidad y movilidad social en la región. Sorprende aún más al recordar una entrevista del presidente Sebastián Piñera de Chile publicada por el Financial Times a comienzos del mes de octubre pasado, según la cual Chile estaba en medio de un maravillo oasis económico y social, mientras Argentina y Paraguay estaban en recesión; México y Brasil parecían hundidos en estanflación; Perú y Ecuador bordeaban una profunda crisis política.

El execrable incendio de la venerable iglesia de la Veracruz en el centro de Santiago de Chile -una de las seis consumidas por la furia incontenible de la caterva enfurecida contra Dios y el mundo capitalista de nuestra era- parece una historia sacada de la revolución bolchevique dirigida a sangre y fuego por Lenin a comienzos del siglo pasado en la desaparecida Rusia zarista. No valieron las generosas promesas presidenciales de mayor gasto social, cambio de gabinete y una nueva Constitución acorde con los tiempos actuales. La horda vandálica, impávida, simplemente siguió su camino violento con vida propia.

Mónica de Bolle, investigadora del Instituto Peterson de Economía Internacional con sede en Washington, Estados Unidos, intenta darle una explicación al sentimiento de desengaño social de América Latina. Para ello, Bolle acude a la teoría del túnel del economista de Harvard, Albert Hirschman, según la cual los conductores se encuentran estancados en un trancón monumental sin posibilidad de avanzar como lo hacen los que van en carriles paralelos. Si bien existe la expectativa que la situación va mejorar y la movilidad se va a reanudar, esto no siempre ocurre, lo que genera un sentimiento de rabia y frustración social.

Bolle sostiene que en este escenario, los votantes pueden castigar en las urnas a los gobernantes actuales -sean de derecha o de izquierda- y favorecer a los que prometan algo distinto.

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