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Bernardo Useche
Jueves 27 de marzo de 2014 - 12:00 PM

Ucrania 2014

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Cualquier análisis sobre la actual situación en la península de Crimea debe partir del reconocimiento de la importancia geopolítica de Ucrania en los últimos siglos. Basta recordar la anexión de Crimea al imperio ruso en 1783 y más recientemente, el tratado de Brest-Litovs firmado en 1918 en el que Alemania y sus aliados durante la primera guerra mundial lograron temporalmente excluir a Ucrania, región ya entonces considerada el granero de Europa, de la entonces recién constituida Rusia soviética.

Hoy el alineamiento de Crimea con la Rusia de Putin y la posibilidad de que la disputa se extienda a toda Ucrania conlleva el que se afecte significativamente la correlación de fuerzas entre la Unión Europea, Rusia y los Estados Unidos. En la práctica, el resultado del referendo del 16 de marzo es un indicador de los esfuerzos de las viejas y nuevas potencias por avanzar posiciones en el nuevo mapa global dibujado por las fuerzas de la economía neoliberal en las últimas décadas.

Si bien cuentan aspectos culturales, dado por ejemplo que la inmensa mayoría de los habitantes de Crimea son de origen ruso y hablan la lengua de Tolstoi, y razones militares como que en Sebastopol tiene su asiento la flota rusa del Mar Negro, el fondo del conflicto es económico. La tradicional fortaleza agropecuaria de Ucrania, región que posee las mayores extensiones cultivables de Europa y que hasta hace poco producía el 97% de sus alimentos, se ve amenazada por él número de Tratados de Libre Comercio que se ha visto obligada a firmar en los últimos años, lo que condujo a que el déficit en la balanza comercial ascendiera en 2011 a más de 14 mil millones de dólares. Y están pendientes de concluir las negociaciones del TLC con la Unión Europea. Además, Ucrania es el corredor para los gasoductos que proveen de gas ruso a Europa, situación que ha generado desde el 2005 graves problemas entre Rusia y Ucrania y que involucran a varias compañías transnacionales. En este contexto, la respuesta de Estados Unidos es un reflejo de sus dificultades. A los reclamos de Obama, Putin respondió: “Moscú tiene derecho a defender sus intereses no sólo en Crimea sino también en Ucrania”.

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