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Carlos Chaverra
Viernes 11 de diciembre de 2020 - 12:00 PM

Ambidextro

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Recuerdo que en el colegio y la universidad me encantaba el baloncesto. Como era una pasión y un anhelo me esmeraba mucho por lograr estar en el equipo. Disfrutaba de los duros entrenamientos y trataba de agregarle algo más a los ejercicios que nos exigía el profe. Era más un jugador de barrio, así que tenía mucho que pulir en la parte técnica. Entre estas últimas me pedían algo que en realidad me costaba gran trabajo y era que fuera ambidextro: debería ser capaz de driblar la pelota con ambas manos, mi pericia con la derecha debería ser igual o mejor con la zurda. Sobra decir que a la hora de ordenar a mi izquierda que ejerciera la más mínima de las funciones todo mi cuerpo y mi mente reaccionaba con total rechazo y la reacción natural era volver a hacer lo que consideraba hacia bien. No entendía muy bien que el ser ambidextro me hacía mejor jugador que tendría más versatilidad y herramientas para competir. Pero tendría que arriesgar parecer torpe, inadecuado y vulnerable si quería llegar a la excelencia.

En los últimos años un número de empresas conocidas han fracasado; piensen en Blockbuster, Kodak o Radioshack. Cuando leemos de su caída pensamos que es algo inevitable- una parte natural de lo que se denomina la “destrucción creativa” la evolución natural que traen los procesos de cambio. Pero una mirada más detallada nos muestra una realidad inquietante: son cada vez más las empresas que se encuentran súbitamente inermes ante el cambio: ¿Por qué esta tendencia? Nos invita a reflexionar los autores Charles O’Reilly y Michael Tusman en su libro “Lead and Disrupt, How to solve the Innovators Dilemma”. La respuesta que nos dan es sencilla: la incapacidad de que las compañías sean ambidextras. Las compañías deben ser competitivas en sus mercados tradicionales (la seguridad de nuestra mano derecha) pero deben estar explorando y ganando en nuevos dominios (una perseverante mano izquierda). Ser ambidextro requiere cierta dosis de humildad (Blockbuster no lo fue y se quedó en su grandeza y no vio un jugador ambidextro como Netflix). En el proceso debemos aprender y desaprender continuamente. Así que no nos descuidemos, no olvidemos que necesitamos las dos manos para competir, pero ante todo el corazón para perseverar

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