Nuestros deportistas merecen un aplauso cerrado por su presentación en los Juegos Nacionales y todos los torneos a los que asisten, porque logran vencer a sus rivales en las pistas de competición, y también la irresponsabilidad e incompetencia de nuestra dirigencia.
“Podríamos importarnos un presidente inglés para que nos gobierne” me decía mi amigo. Aun no me acostumbraba a su caustico humor bogotano y sus palabras las interprete como una queja al caos que vivía nuestro país en ese momento. Era la época del proceso 8.000 y ya el gobierno americano había anunciado el acto sin precedentes de quitarle la visa al presidente Samper. Me causo cierta angustia su comentario porque igualmente manifestaba nuestra incapacidad para gobernarnos, la malsana tendencia de compáranos con otros, huirle a la autocrítica y la tendencia de buscar soluciones rápidas que no impliquen dolor y el duro trabajo que tiene construir integridad sobre los cimientos de principios y valores que propicien el bienestar de la comunidad, potencializando simultáneamente la innovación y creatividad que tenemos como individuos.
“El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció su renuncia,” afirma el Washington Post. Johnson dice que “está triste por estar renunciando al mejor trabajo del mundo, en un discurso a la nación frente al número 10 de Downing Street. La renuncia se produce después de que más de 50 miembros de su propio gobierno renunciaran en las últimas 48 horas en abierta revuelta contra su liderazgo. Ministros y asesores, incluidos varios miembros de su gabinete, dijeron que ya no tenían fe en su liderazgo después de una serie de escándalos, el último de los cuales involucró a un aliado acusado de conducta sexual inapropiada.” Nos tocara entonces importar un francés”, nos diría mi amigo bogotano incapaz de renunciar a la opinión que tiene sobre los que nos gobiernan. “Es de esperar que, en el estricto apego a las leyes que los caracteriza, los británicos hallen una salida pronta a la crisis de su Ejecutivo, que es en sí misma una oportunidad de demostrar la solidez y el dinamismo de su sistema político y de sus instituciones””. Nos dice el editorial de El Tiempo. “Estricto apego a las leyes” quizás por aquí está el secreto y mas aun que las leyes no sean simplemente palabra escrita, sino que acojamos al espíritu de las normas que van más allá de un catálogo de lo que está o no permitido, sino que su cumplimiento nos dignifica como seres humanos y ciudadanos. Así no necesitaríamos ni ingleses, ni franceses.
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