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Carlos Gómez
Martes 27 de febrero de 2018 - 12:00 PM

Colombia: Historia de un olvido

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Enrique Serrano, historiador santandereano, de Barrancabermeja, nos sorprende gratamente con un nuevo libro. En esta ocasión, ahonda sobre temas enunciados en “Por qué fracasa Colombia” y, desde el subtítulo, nos sugiere lo que vendrá: “Tres siglos de un pueblo que surgió sin tirar una piedra”. Disfruté sus planteamientos, porque se desmarca de mitos transmitidos por décadas, aborda la historia previa a la Independencia y propone, con serios fundamentos, el itinerario de la formación de la nación que, obviamente, es previa a 1810, cuando formalmente empezó a existir Colombia en lo que fuera la Nueva Granada. Serrano acepta que la suya es “una explicación provisional razonable” de las dinámicas históricas durante la Conquista y la Colonia. Cuestiona las leyendas de tierra arrasada de los españoles al poblar estos territorios, de la violencia endémica que nos ha caracterizado desde los orígenes, de las masacres sistemáticas de indígenas, del saqueo inmisericorde de las incontables riquezas y de la intensa vida colonial. Claramente hace distinción de la gran diferencia con la Conquista en México, Perú, Chile y el norte de Argentina, en cuanto en esos lugares los Grupos Indígenas -Imperios- política y militarmente organizados, sí enfrentaron bravamente a los españoles, a diferencia de los mucho menos poderosos pueblos chibchas, seminómadas y pacíficos de estas tierras.

Los españoles que llegaron serían, en su mayoría, andaluces -moriscos y sefarditas- expulsados de la Península y muchos otros ‘cristianos-nuevos’ que no pudieron probar la pureza de sangre.

Aquí encontraron un lugar propicio y seguro para poder vivir sin persecuciones y transportar su cultura, en cuanto no produjeran escándalos ni levantaran sospecha de las autoridades coloniales en tierras hoy colombianas.

Serrano habla entonces de “un poblamiento discreto, sin mucho ruido”, que fue lentamente hispanizando los grupos locales hasta formar un mestizaje pleno, más étnico que cultural, y en el que hubo “más colonia que conquista”.

Llama la atención sobre el “enigma” no resuelto satisfactoriamente de la conformación de la santanderianidad que es “un reto para los historiadores” en cuanto resulta “llamativo que hubiese una separación tajante entre lo público y lo privado”, que se expresa en el “celo matriarcal de lo privado con una vida pública marcada por la proclividad al recelo y la violencia”.

Vale la pena leer a Serrano: cuestionante, erudito, provocador, esclarecedor, y apasionante.

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