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Carlos Gómez
Martes 06 de marzo de 2018 - 12:00 PM

La educación, centro de las prioridades políticas

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Interesantísimo el reciente informe del Banco Mundial sobre “El desarrollo mundial 2018”, dedicado a la educación, su realidad y logros en el mundo y su papel e impacto en la sociedad. Resulta preocupante su diagnóstico, porque refleja una realidad dramática, aplicable a nuestro país. Hace mucho sabemos que sólo un sistema educativo robusto, que enseñe a aprender, que suscite la curiosidad como camino a la investigación, que genere oportunidades para todos en condiciones de igualdad, puede ser constructor de equidad e inclusión, sin depender de la cuna, la fortuna o el apellido. El informe enfatiza la “crisis del aprendizaje”, que no es lo mismo que escolaridad, expresándola en tres ideas-fuerza: Primera, los resultados del aprendizaje son poco satisfactorios a nivel mundial, y en especial en los países en desarrollo, lo que genera desigualdad, bajos niveles y lentos avances. Segunda, las escuelas les están fallando a los estudiantes, porque los niños y jóvenes llegan y salen mal preparados, los maestros no tienen las competencias suficientes, los insumos para el aprendizaje no llegan a las escuelas, y “la mala administración y gobernanza menoscaban la calidad de la educación”. Tercera, los sistemas educativos les están fallando a las escuelas, porque “las complejidades técnicas y las fuerzas políticas provocan constantemente un desalineamiento de los sistemas educativos con respecto al aprendizaje”. En estos tiempos como consecuencia de la ingente producción de conocimiento, la necesidad de generar las posibilidades de aprehenderlo, el criterio para seleccionarlo, el pensamiento crítico para decidir, y su importancia en el desarrollo y creación de valor, hizo que se desplazara el énfasis de la enseñanza al aprendizaje, de la cobertura a la calidad, de la memorización a la conciencia. Esto implica cambios del rol del maestro, quien no es más el dispensador de conocimiento sino el generador de ambientes de aprendizaje; ya no cabe el enciclopedismo que alelaba antaño a los estudiantes, sino la autoridad que permite señalar caminos, formar criterio y crear pasión por el aprendizaje autónomo. El maestro sigue siendo fundamental, pero con nuevos roles; y la política tiene que formular proyectos de largo plazo. Colofón: ¿entienden los candidatos la magnitud del problema? No pareciera. La buena educación acabaría las clientelas politiqueras y fortalecería la ciudadanía que pide cuentas.¡Qué susto!

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