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Christiane Lelievre
Jueves 16 de junio de 2016 - 12:00 PM

Cambio de mirada

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Según Naciones Unidas, se debe prestar atención a las discriminaciones y violencias que afectan a las mujeres porque las desigualdades de género obstaculizan el desarrollo de los países. Esta problemática es propia de los sistemas patriarcales que generan y perpetúan actitudes y medidas machistas. En Colombia, las violencias hacia las mujeres constituyen un problema de salud pública por su amplitud y sus consecuencias.

Generalmente se aborda el problema desde las mujeres, víctimas, sobrevivientes, a veces consideradas responsables de su desgracia. Algunos dicen: “¿Por qué no denuncian y aguantan? Prefieren seguir con su agresor que perder sus beneficios económicos y posición social… Piden protección y al rato se les ve colgadas del brazo del marido que les compra pollo y zapatos … Son asuntos privados …” A lo mejor se crean líneas amigas, hogares de paso, se ofrece ayuda psicosocial “integral”. A lo mejor una mujer afectada logra poner fin al maltrato y retomar su vida autónoma.

Pero la problemática puede verse desde otro ángulo. Así en las redes sociales periódicamente aparece un mensaje criticando que se enseñe a las mujeres a protegerse de las agresiones sexuales en vez de enseñar a los varones a no violarlas.

Si gran parte de las violencias hacia las mujeres tiene raíces culturales en hábitos machistas transmitidos dentro de un sistema patriarcal, entonces se debe empezar a deconstruir estos esquemas transmitidos; y sancionar al menos socialmente, en vez de celebrarlas, las conductas varoniles avasalladoras, irrespetuosas y agresivas.

Importa tomar medidas de atención y prevención con los hombres potencialmente agresores, y punitivas y correctivas con los agresores. No es justo que, para proteger su integridad física y su vida, una mujer agredida y su familia deban dejar su casa. No es justo tampoco que el hombre agresor, resultado también de su educación y propia historia, siga con su vida sin castigo ni ayuda para cambiar, perpetuando así relaciones de género nocivas y sin poder vivir relaciones interpersonales y familiares gratificantes.

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