El pasado domingo un informe de Vanguardia puso en imágenes la denuncia que muchos bumangueses han hecho, por años, sobre...
Denuncian y no pasa nada
Mujeres agredidas, víctimas de violencias machistas, violencias intrafamiliares; mujeres asesinadas porque son mujeres … ¿Por qué no denuncian? ¿Por qué no vuelven a denunciar? ¿Por qué no siguen denunciando? Porque cuando una mujer maltratada denuncia, a menudo es “re victimizada”, no recibe apoyo, se enfrenta a prejuicios y se siente más sola y vulnerable que nunca.
Le preguntan (no es literatura ni ficción): ¿qué ha hecho para que la vuelvan así? … ¿es ahora, después de 25 años, que quiere separarse … para qué? y, ¿es capaz de vivir sola?
La aconsejan: Ya es mejor que siga con él. Si lo manda para la cárcel ¿de qué va a comer con sus hijos? Pero, si no la golpea, ¿de qué se queja? Primero la familia … No podemos poner un policía a cada mujer que se queja …
La paciencia no alcanza (la vida tampoco): “Puse varias quejas y me dicen que vuelva; me tocó a mí entregarle la citación y me la rompió en la cara” “Me dicen que toca esperar que incumpla las citaciones, a la tercera vez ya le caen…” “Denuncié, pero no pasó nada … nadie me dice en qué va esto …” “Denuncié y salí regañada …”
¿Cuántas mujeres asesinadas habían ya denunciado a su agresor?
Muchas mujeres agredidas ya no denuncian por falta de confianza; porque son atendidas por funcionarios- hombres o mujeres – que aplican las normas y las leyes desde sus prejuicios y sus propias experiencias, mas no desde la ética y el profesionalismo que garantizan objetividad e imparcialidad. Abogados que juegan a psicólogos, psicólogos que juegan a ser sacerdote o pastor …
Para que las mujeres afectadas por violencias en entornos públicos, laborales o privados denuncien y busquen ayuda para poner fin a las agresiones y amenazas, para esto se requieren profesionales idóneos que trabajen con rectitud, comprensión y respeto de los derechos humanos, que no emitan juicios de valores y que conozcan las leyes para aplicarlas.