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opinion/columnistas/christiane lelievre
Miércoles 04 de noviembre de 2020 - 12:00 PM

Día de la no violencia contra las mujeres

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Una vez más, noviembre con sus días: de todos los santos, de todos los muertos, de la independencia de Cartagena, sin fiestas en las calles ni concurso de belleza. Finalmente, el 25, Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres. Año tras año, vuelve el tema.

Año tras año, se justifica la conmemoración porque siguen los feminicidios/asesinatos de mujeres, violencia máxima que destruye el derecho fundamental a la vida. Y, como no se trata solamente de vivir sino de vivir digna y felizmente, también se quiere erradicar las demás violencias contra las mujeres. Obvio que contra los hombres también, nadie merece ser maltratado o abusado; pero las cifras lo muestran, las mujeres son las más afectadas, víctimas perennes y habituales de la sociedad patriarcal/machista (que considera superior a los hombres y con más valor sus acciones, ideas y vidas).

Así que, en este mes de noviembre, también se llama la atención sobre las violencias sexuales, las que implican el máximo desprecio por una mujer, resumida a su cuerpo objeto, mercancía con precio, pero sin valor ni vida propia. Se reconocen las violencias físicas, estas que se identifican fácilmente por las marcas que dejan, tanto que muchas mujeres víctimas procuran disimularlas, por vergüenza ajena. Importa entender que, de las violencias infligidas, la responsabilidad es del o la que agrede; la víctima, sea quien sea, no es culpable de ser víctima. Y si no se libera es porque está presa de este ciclo que se repite, anula su voluntad y le enseña la desesperanza. También está la violencia psicológica, la que es discreta, la dicen sutil, difícil de identificar, incierta a denunciar y, por tanto, a sancionar. Esta violencia que socava la autoestima y la esperanza, siembra dudas y mantiene el miedo y la sumisión.

Las leyes evolucionan y todo lo anterior es prohibido y castigado. Pero la tasa sostenida de feminicidios y demás violencias contra las mujeres y la impunidad indican que las mentalidades y costumbres se quedaron atrás.

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