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Diva Criado
Viernes 14 de mayo de 2021 - 12:00 PM

Democracia, una cáscara vacía

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Desde que comenzó el Paro Nacional, el 28 de abril, los colombianos en el exterior recibimos cada día convocatorias para visibilizar los hechos de violencia y las circunstancias que llevaron al Paro Nacional. Con celulares y redes sociales, ciudadanos de todo el país, documentan el desarrollo de las protestas, que desde aquí observamos con impotencia. Las imágenes que llegan muestran videos donde la policía dispara contra la población civil. Observamos a un Gobierno vacilante, un país polarizado, violencia policial, inconformismo social y pobreza. Causa indignación el vídeo que mostró el noticiero de Televisión Española, que muestra a cuatro policías cogiendo a una joven por brazos y piernas, mientras se la escuchaba gritar “no me quiten los pantalones”, al parecer la soltaron porque descubrieron que era la hija de un compañero. No hay que ser mago para darse cuenta que la gente se “mamó” de tanta inequidad. Las protestas son reveladoras, es evidente el descontento social y la precariedad económica ahondada por la pandemia.

En menos de dos años, por segunda vez, los obreros, colectivos de trabajadores, campesinos, indígenas y estudiantes, se organizaron para protestar. La caída de la reforma tributaria en medio de una emergencia fiscal, presentó grietas en un modelo económico aparentemente sólido. Reveló la incapacidad de los políticos para generar confianza y su desempeño parece cada vez más limitado que nunca. Cuando observamos a centenares de personas manifestándose en las ciudades en contra de una reforma tributaria hecha para profundizar aún más las desigualdades, una se pregunta. Cómo llegamos hasta aquí. Cómo es qué, en medio de una tercera ola de la pandemia, más contagiosa y más mortífera, el Gobierno se propone hacer una reforma a la salud, cuando millones de colombianos se quedaron sin fuentes de ingresos. Vemos a una clase media cada día más empobrecida, cualquier reforma por necesaria que sea, es francamente incomprensible, sin hablar de la reforma pensional. Lamentable la crisis del país, ahondada por el abuso de autoridad de la fuerza pública, aunada por fuerzas oscuras de grupos al margen de la ley, que abogan por sus intereses ante un Estado ausente. El gobierno de Duque no debe ni remotamente pensar en declarar el “estado de conmoción nacional” propuesto por su partido. Para detener la crisis, lo que tendría que hacer, es pedir perdón y generar confianza entre la población. Sacar a las fuerzas armadas de las calles; ofrecer programas de educación y generar empleo, la gente tiene hambre y esta ahogada en un mar de inconformismo generalizado. Lo más importante, llegar a un consenso sobre lo fundamental en las reformas que propone. Un Gobierno que reprime a su población por una protesta legitima deja poco espacio para la democracia. Como diría Nelson Mandela en un discurso en Ushuaia, en la conferencia de Mercosur, en 1998 en Argentina: “Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cascara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento”.

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