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Diva Criado
Viernes 15 de mayo de 2020 - 12:00 PM

Desamparadas por la justicia, burladas por la sociedad

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Para muchas mujeres y niñas víctimas de violencia doméstica, su propio hogar, no es un lugar seguro. Los altos índices de violencia intrafamiliar reportados durante la cuarentena, reflejan la imagen de una realidad vivida para muchas familias.

Expertos indican que, en el aislamiento social, puede suceder que, la violencia intrafamiliar que viniera de antes, se profundice y/o, que familias que no presentaban problemas, a partir de factores como la pérdida de empleo, consumo de sustancias psicoactivas, alcoholismo o asuntos en el manejo de la economía del cuidado, generen conflictos que terminen en violencia intrafamiliar.

Sin embargo, la inadecuada respuesta legislativa y la lentitud en los trámites derivados de trabas institucionales, también conducen a las víctimas de violencia de género a una segunda victimización. Cuando piden ayuda, son tratadas con hostilidad, atendidas de forma indolente y discriminada por funcionarios encargados de brindarles apoyo.

La lentitud en los tramites (agravada por la cuarentena); el empleo de argumentos en defensa de la estabilidad familiar, para que la víctima desista de denunciar; falta de “pruebas contundentes”; falta de testigos oculares “objetivos”; o cuando enfrentan al maltratador con la víctima, saltándose los protocolos de protección, así como la rigidez y complejidad de los procesos penales, desalientan a las víctimas.

Existen acciones orientadas a prevenir la violencia y a prestar atención y apoyo a las víctimas, pero en general, estas se realizan sin coordinación y con diferentes orientaciones, sin diagnósticos, ni criterios metodológicos compartidos entre entidades, (Fiscalía, Policía, Comisarias).

Para significar la vulnerabilidad de las víctimas de violencia de género frente a la justicia y frente a la sociedad, traigo a colación, este caso sucedido en Piedecuesta a finales de abril, al que le estoy haciendo seguimiento. Al cierre de esta columna, el caso sigue sin resolverse y la víctima, fuera de su casa, esperando que la justicia resuelva.

La víctima llega a la Comisaria de Familia. La puerta está cerrada y es atendida por el guarda de seguridad, que informa: “No estamos atendiendo denuncias, solo hasta que pase la cuarentena. En este momento, solo se realizan audiencias programadas de casos remitidos por la fiscalía, vaya al Comando de la Policía”. Una vez allí, le dicen: “Nosotros no recibimos denuncias, las recibe la Comisaría de Familia, vaya allá. Como ya era tarde, vuelve al día siguiente a la Comisaría de Familia y pregunta: “Si no es aquí y tampoco en la Policía, ¿dónde pongo la denuncia?” Váyase para la Fiscalía indican. En la Fiscalía, la guarda de seguridad, dice: “Las denuncias, se hacen por la página Web”. Como no tenía internet, llamó a una amiga y, ésta le ayudo a poner la denuncia por violencia intrafamiliar. Por la tarde, el Comando de la Policía, se comunica para indicarle: “Váyase para la Comisaria de Familia, allá le reciben la denuncia”. Era tarde, la victima madruga al día siguiente a la Comisaría, el funcionario que recibió la denuncia, entrega dos órdenes, una para medicina legal y otra para la Policía Nacional, para que dieran protección domiciliaria.

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