Un amigo me envió hace unos días los nombres de la terna para alcaldes de su ciudad, ninguna mujer en la lista, pregunté la causa y respondió: “falta mucho para que las mujeres se interesen por el tema político, es un lío que integren las listas. Hay partidos que las meten de relleno para cumplir con la normativa”
Durante varios días indague con amigas y amigos de aquí y de allá, con diferentes criterios culturales y políticos, cuál era el motivo de la baja participación de las mujeres en política. Sus opiniones, sin importar edad o posicionamiento, coincidieron en que la persistencia de estereotipos sociales, como el cuidado de la familia, sigue siendo una tarea de mujeres en todo el mundo; el impacto del entorno social fortalece o mina su participación; las barreras dentro de sus propios partidos, muchas veces invisibles, obstaculizan su intervención; ellas deben demostrar que son competentes y capaces y, claro, menos corruptas
En Europa, estos cuestionamientos siguen vigentes, aunque en menor escala. Hace décadas se promueve la cultura de igualdad y la presencia de mujeres es mucho mayor en ministerios, comisiones parlamentarias y cargos de decisión, sin embargo, varia de un país a otro
Latinoamérica hace unos años cambio el rumbo, caracterizado por un ascenso progresista, eligió a presidentas como: Michelle Bachelet (Chile), Dilma Rouseff (Brasil), Cristina Fernández (Argentina), Laura Chinchilla (Costa Rica), un récord excepcional, ninguna logró igualar a Bachelet en la promoción de igualdad, sus conquistas legislativas demostraron la capacidad de usar el poder para promover cambios significativos en favor de las mujeres. Actualmente, no se vislumbran candidatas en la región
En Colombia, las cifras hablan por sí solas, revisando la página de la Registraduría Nacional para los comicios de octubre, de 121.194 inscritos, 45.483 son mujeres, solo el 37,5%
La política sigue siendo un escenario dominado por hombres. Echando un vistazo a los partidos políticos, pocas, una o ninguna, forman parte de las listas de congresistas. Aunque tengamos a Marta Lucia Ramírez como vicepresidenta, algunas senadoras, representantes, poquísimas gobernadoras y alcaldesas, los cargos de decisión escasean y, las que los tienen, parecen tener poca voluntad de cambiar el orden desigual. Aun así, su presencia permite una perspectiva posible
Hay que decir que para eliminar estereotipos, desigualdades y brechas, el empoderamiento comienza participando. Importante que se elijan mujeres lideresas, son mejores ejecutoras, suelen ser empáticas y su estilo de negociación, abierto e inclusivo. Aunque no puede aplicarse para todas las mujeres.