Cuando hace cuatro años, el día de las elecciones presidenciales norteamericanas, en un espacio televisivo de análisis político su presentadora hablaba de Donald Trump, como nuevo presidente de los EEUU, no lo podía creer. Admitiremos todos que los analistas que lo defendieron durante su campaña, fueron una minoría absoluta.
Cuando lanzó su candidatura en el 2015, no fue tomado en serio por los medios de comunicación nacionales e internacionales y en las encuestas, pero su popularidad fue remontando, hasta convertirse en el candidato del partido republicano.
Indudablemente el marketing político que Trump utilizó, ayudado por el poder de las redes sociales, potenciaron su imagen. Las estadísticas oficiales de Facebook y Twitter hablaban del gran volumen de información que él mismo proporcionaba. En 2016 la SocialFlow opinó que, Trump tenía la habilidad de un Showman para dominar las redes sociales.
En una política entendida como reality show, indudablemente Trump, se ha impuesto en captación de votos. De hecho, el juego de ser el centro de atención, ya es sinónimo de liderazgo para muchos. Goza del conflicto y del choque. El psicólogo John B. Thompson, definía como clave en política para atraer a los medios y partidarios.
Es el ejemplo perfecto del concepto de “La era del enfrentamiento”, plasmado en el libro de Christian Salmon, padre de la noción del Storytelling. Trump ha conseguido todo esto, como también hizo icónico su eslogan reutilizado en esta campaña, Make America Great Again.
Fundamentándose en la política exterior de “América First”, el país más poderoso del mundo, ha pasado de retirarse de tratados internacionales, hasta enemistarse con aliados para comenzar guerras comerciales. Indudablemente, las medidas impulsivas del presidente, han alterado de forma drástica el orden mundial vigente desde la Segunda Guerra Mundial.
Pero, gran parte de la fama de Trump antes de su llegada a la Casa Blanca surgió del Aprendiz, un programa de televisión en el que los perdedores eran descartados como candidatos a un empleo y él les informaba “Estas despedido”. La política, aunque a veces así parezca, no es un reality show, donde lo peor que puede pasar es dejar de salir en televisión.
La polémica que definirá su legado fue su manejo de Covid-19, dijo que desaparecería como un “milagro”. Desde entonces ha matado a casi 230.000 estadounidenses. Su respuesta incoherente se subrayó cuando instó a las personas a ingerir desinfectante para ayudar a protegerse. Junto con su negativa a condenar el racismo, el manejo de la pandemia en última instancia provocó su derrota, ya que los republicanos suburbanos se unieron a los demócratas para entregar la victoria a un oponente al que se había burlado de él como “Sleepy Joe”.
Mientras Trump continúa mintiendo sobre el fraude electoral, argumentando que las elecciones están “amañadas” en su contra, una amplia diversidad partidaria de sectores sociales y políticos de la sociedad estadounidense, desde los movimientos populares hasta el establishment político, ha confluido para derrotarlo y enviarle un mensaje claro ¡Adiós Trump!
