¿Será que el presidente de la pandemia tenía interés de prolongar su programa de televisión costoso dos años más? ¿Será que su señora María Juliana Ruiz, quería mostrarnos en su autobiografía echada a pique, las fotografías de su matrimonio, las del nacimiento de sus hijos y la fotografía de sus gustos culinarios?
¿Será que no sabía que el Archivo General de la Nación, no puede ni debe patrocinar autobiografías porque su misión es preservar los archivos de esta nación vuelta nada? En ese libro contaría qué desayuna nuestro presidente, a qué horas hace siesta. Iba a costar 50 millones de pesos, una chichigua dirán algunos. El Archivo General de la Nación preserva lo poco que queda de nuestra perdida memoria, dicen los historiadores. ¿Por qué no lo hace la presidencia que tiene un barril sin fondo para gastos inútiles y de paso nos dicen qué hacían las primeras damas con tanto presidente. Pedimos autobiografías sin maquillaje. Presidentes sin adornos y con flatulencia.
¿Por qué no se escribe con dolor la historia de nuestras heroínas como Manuela Beltrán, Águeda Gallardo de Villamizar, de las miles de mujeres que están perdidas en el anonimato y de las mujeres sufridas de la guerra de “esta patria carcomida” como diría el poeta. Qué dirían mujeres como Aida Martínez Carreño, una de nuestras historiadoras ilustres o Virginia Gutiérrez de Pineda, sobre estos autoelogios.
Este país tan lleno de odios (los estudios de la Universidad de los Andes, dicen que un alto porcentaje de colombianos, muchos, esperan que Colombia no siga polarizada y con libros mediáticos y pueda encontrar al fin, un lugar decente en el mundo que no sea la violencia, el narcotráfico y la politiquería.
Países como Singapur, que no tiene recursos minerales, cuya economía está muy industrializada, representando este sector el 24,5 % del PIB y empleó al 15,2 % de la población en 2020. Fue uno de los países que más le invirtió a la educación. Aquí compran aviones de guerra y sus billetes tienen inútiles presidentes, allá, tienen figuras de un profesor enseñando el futuro a los niños.
Razón tiene Ángela Merkel cuando en una entrevista le preguntaron por qué invertía tanto en educación. Esto dijo: “porque los ignorantes nos cuestan mucho dinero”.