lunes 17 de octubre de 2022 - 12:00 AM

Donaldo Ortiz Latorre

El botín

Ahora muchos gobernantes llegan pobres y salen ricos, con negocios turbios y habiendo sembrado su propia cosecha con un amigo o una esposa.

Llama la atención la penosa lucha de poder que está sucediendo en el municipio de Girón, en donde grupos politiqueros y sin ningún pudor se reparten el presupuesto para ellos, para sus negocios, para sus amigos, mientras la ciudadanía sin cultura política sigue eligiéndolos gracias a las mismas mentiras y promesas y algo de lechona. Ese, tristemente, es el ejercicio político que se ha tomado a Santander, en donde nadie es capaz de cumplir con la Constitución que han jurado defender, ni de genuinamente ayudar a la sociedad.

La exalcaldesa Yuli Rodríguez, ridículamente, entró como una antigua guerrera a tomarse la Alcaldía. “Arrasado el jardín, profanados los cálices y las arcas (ya estaban saqueadas), entraron a caballo como los hunos...”., decía Borges. Ese es el ejercicio de la baja política, el interés particular antes que el valor de la democracia y el interés general. Ya lo dijo Emmanuel Swedenborg, el sueco que era cómo da Vinci, cuando definía el infierno como un lugar en donde “todos se traicionan, todos se odian, todos mandan y todos buscan su propio interés”. Es fácil concluir que esa es la politiquería de Santander, tierra que “ya no es tan heroica”.

Da vergüenza esta lucha de poder y el poco respeto por las reglas democráticas. Todo es un negocio, no es más. Ese tire y afloje de dos grupos que se reparten el presupuesto nos indica su vulgar ambición. Solo son buenos para dañar.

¿No tiene que nombrar alcalde encargado el Gobernador? ¿Y si lo tiene que hacer, por qué no lo hace ya para que se acabe la incertidumbre que hace tanto daño a un municipio destrozado y robado?

Como cualquier tribuno desde el balcón de la solitaria plaza del municipio, dijo la señora Rodríguez: “Vamos a poner la casa en orden”. Pero fue ella y su marido los que desordenaron esa “casa”. Falta agregar en la definición de Swedenborg que el infierno está lleno de cínicos también.

El cambio no llega como se espera (fue un error la elección popular de alcaldes y gobernadores). Ahora muchos gobernantes llegan pobres y salen ricos, con negocios turbios y habiendo sembrado su propia cosecha con un amigo o una esposa. Y nadie intenta acabar con estas empresas que se forman en los pueblos. Pequeñas y vulgares “monarquías”.

Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
Otras columnas
Publicidad
Publicidad
Publicidad