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Donaldo Ortiz Latorre
Domingo 24 de noviembre de 2019 - 12:00 PM

El cacerolazo

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El 69 % de los colombianos no le creemos a Duque. De esos 69, o ya el 70 %, muy pocos marcharon por la revolución y por el “comunismo”. Y prácticamente nadie marchó para crear pánico y acorralar al gobierno.

Cuando un gobierno débil como el de Duque está en la cuerda floja y carece de toda legitimidad, necesita desatar miedo y asustar a la población. Hablan de bombas y de destrucción total, pero como vimos nada de eso sucedió. La gente marchó porque hay muchas razones: el riesgo que corren las pensiones, la falta de presupuesto para la educación, la mala calidad de la salud, la política destructiva del medio ambiente. Aquella mujer que lleva un año esperando que le atiendan a su hijo discapacitado, o aquella que reclama por su madre a la que le niegan unos pañales salieron a marchar. Otros marcharon por el Páramo, otros porque no tienen empleo, la juventud porque no tiene miedo y porque carece de futuro. Marcharon Rodolfo Hernández y Juan Carlos Cárdenas en Bucaramanga, y marchó también el artista. Se marchó en paz y con alegría, niños, madres, jóvenes, adultos, con consignas creativas y llenas de humor. Ciertamente hubo casos aislados de violencia, pero por las redes se ha sabido que muchos de esos casos fueron provocados por infiltrados de las mismas fuerzas del Estado.

El populismo ama tanto a los pobres que los multiplica porque el populismo alimenta (populistas son los partidos nuestros) la pobreza y la ignorancia y trabaja los miedos colectivos. Brotan en todas las orillas para patrocinar el caos.

En Colombia, con Duque, no hay rumbo y la gente siente que no hay Presidente. La gente siente que ese Presidente le habla a los marcianos, que no cae en cuenta que la gente ya no tiene miedo y quiere soluciones reales. Se sufre y los ciudadanos salen a gritar a las calles, huérfanos de estadistas. La tormenta no la escucha este Presidente y sus mediocres ministros. La gente marcha contra la corrupción que es un dragón que no se rinde, contra este gobierno cortoplacista sin liderazgo alguno. Aquí las venas siguen abiertas y por eso suenan las cacerolas espontáneamente.

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