lunes 06 de marzo de 2023 - 12:00 AM

El interminable

El 15 de octubre de 2020, en un debate promovido por el diputado Leonidas Gómez sobre el acueducto de la Mesa de los Santos, se dijo que en el 2021 se entregaría. Dos años después, en el 2023, todavía no se termina. Y no se termina porque su planeación y diseño fueron hechos mal y a la ligera desde el principio, para sacarle dinero a esa obra pública. Porque ante todo era eso, un negocio particular y no un servicio. Desde el 2015 se inició la construcción del tan anhelado acueducto, como un hijo esperado, pero todavía no llega el agua bendita a las casas del pueblo. En la fecha del debate, la gerente (¿será la misma?) prometió que “en un término no mayor a nueve meses se estarían culminado los trabajos en beneficio de los 15 mil habitantes del municipio”. La sed sigue y la aridez también. Animales y hombres viven con desesperanza. Se perdieron los $22 mil millones invertidos para la obra en el 2015 por el gerente de la Esant, que después se volvió representante del CD y tuvo que renunciar lloriqueando ante las evidencias de la Corte en su contra por corrupción. Ahí terminó su corta vida política, pero su invento, el acueducto inviable, no se termina. Se programó su entrega para 18 meses y han pasado 8 años.

El presupuesto ya pasa de $30 mil millones y si se termina algún día, será tan costoso por la energía eléctrica que se requiere para subir el agua que los campesinos no podrán pagar.

Entre otras, según los expertos, sus fallas están relacionadas con “el diseño con una bocatoma prevista para 55 litros por segundo, que solo podrá captar 22 litros. Además, las bombas fueron adquiridas para impulsar aguas tratadas y no para las del río, lo que generará daños constantes y mayores costos en el proceso de bombeo.

Asimismo, se construyeron dos tanques de agua en la parte alta para almacenamiento, con capacidades superiores a la cantidad que puede ser bombeada. Las obras, finalmente, iniciaron sin tener autorizaciones de las servidumbres, factor que ha generado demoras adicionales y que hasta ahora se están resolviendo.

No es cuento, todavía no hay acueducto y parece que no habrá. Traer el agua del río Manco, por gravedad, sería la mejor manera de solucionar esta improvisación y ligereza. En Santander la mejor virtud es la paciencia.

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Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia Liberal no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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