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opinion/columnistas/donaldo ortiz-latorre
Domingo 27 de enero de 2019 - 12:00 PM

Se ciernen amenazas

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El Apocalipsis no es el mandato divino, ni es el capricho de un Dios o de los dioses, como lo podrían creer algunos que todavía se agarran del cielo, viendo venir por los aires los Jinetes del Apocalipsis. Deberían agarrarse de la tierra, por fin, porque los jinetes malditos llegan de la mano del hombre y con la amenaza de una guerra nuclear que se ha vuelto a activar por cuenta de los nuevos nacionalismos o el colapso ecológico, que avanza y que todavía la gente no capta. Se puede decir ahora, “el tiempo no es oro, es agua”, porque los desiertos en el mundo se van extendiendo. En tercer lugar, está la amenaza de la disrupción tecnológica. Y lo peor de todo es que estas tres amenazas se refuerzan unas a otras.

La crisis ecológica se ve reflejada en el aumento de los niveles de los océanos por la acentuación de las temperaturas, la dificultad cada vez mayor de alimentar a toda la población y la falta de agua potable. Las temperaturas altas transformarán naciones fértiles en desiertos, arrasando ciudades enteras. Ciertos historiadores ya lo sugieren: el cambio climático puede llegar a cumplir la misma función destructora de las dos contiendas mundiales. Mientras tanto, la gente se distrae con consumo y vanidades, olvidando que para sus hijos no habrá lugar. La otra amenaza real es la guerra nuclear. Las naciones han invertido millones de dólares en aviones mortíferos, gases venenosos, misiles intercontinentales y bombas nucleares que convertirían el planeta azul en un merengue de soledad. Las naciones amenazadas por el cataclismo climático recurrirán al uso del poder para salvar a sus habitantes y usarán su fuerza sin lugar a dudas. De otra parte, se incrementarán los ataques cibernéticos que pondrán en peligro el género humano, trayendo caos y desestabilizando el sistema económico.

Muchos no ven cerca el calentamiento global y tampoco reconocen que el delicado equilibrio ecológico formado a lo largo de millones de años se está alterando inexorablemente. ¿Cree usted que servirán las religiones para salvar al hombre de esta catástrofe?

Nota: algunos candidatos a la Alcaldía de Bucaramanga no nos hablan de la amenaza que se cierne sobre la ciudad con el agua que brota de nuestras montañas.

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