Con motivo de la aparición del libro ‘Antonia Santos’ del historiador Gustavo Galvis Arenas, hemos vuelto a repasar algunos pasajes de nuestro pasado histórico. Sorprendente y admirable fue la representación de la mujer santandereana en las jornadas vividas hace doscientos años en nuestro suelo patrio. Durante la Época del Terror, muchas fueron decapitadas y fusiladas.
Nos relata Antonio Cacua Prada, en el prólogo del libro ‘Quién es quién en Santander’, editado en el año 2010, de nuestra autoría, la vida y martirio de nuestras heroínas.
El 19 de julio de 1818, la villa de Zapatoca vio levantarse el primer patíbulo. El teniente coronel Lucas González dispuso la ejecución de la señorita Evangelina Díaz y dos compañeras.
En diciembre de 1818, el gobernador de Socorro, Antonio Fuminaya, dispuso otro cadalso para que las colaboradoras de las guerrillas pagaran con sus vidas los anhelos de liberar a su patria. Allí subió al suplicio de la horca Engracia Salgar y Fidelia Ramos, en Zapatoca.
Guadalupe fue el sitio señalado por el subteniente Rafael Iglesias para María del Tránsito Vargas. En la Plaza de Puente Real o Puente Nacional, la gente se estremeció ante el fusilamiento de Manuela Uscátegui. En diciembre, de un tiro de fusil, le tocó a Leonarda Carreño, en Guadalupe, por orden de Fominaya.
La historia de Antonia Santos Plata conmovió en sus más profundos sentimientos al pueblo. Fue ejecutada en la Plaza Mayor de la Villa por orden del sanguinario Lucas González. Esa misma mañana ejecutaron a los rebeldes Pascual del Espíritu Santo Becerra e Isidro Bravo y a sus esclavos.
Manuela Beltrán, joven que desencadenó la Revolución de los Comuneros, es símbolo del nacionalismo y considerada la primera heroína de la lucha emancipadora. Llamada “Heraldo femenino de la Libertad”.
La actual situación del país contiene intervención extranjera; así lo anuncian los gobernantes vecinos.
¡Cuidemos la libertad!
