He conocido las cavernas: Mina San Roque, en Criciúma, Brasil, perteneciente a la Carbonífera Criciúma; Luray, en Virginia, Estados Unidos; la catedral de sal en Zipaquirá y la Caverna del Nitro de Zapatoca. Hace muchos años visité esta última cueva en circunstancias tenebrosas. Hoy, la maneja una concesión, con todas las de la ley; no ofrece ningún peligro visitar este fenómeno natural.
Magnífica organización, con medidas de bioseguridad y seguridad, ofrece al turista verdadera tranquilidad; gradas, pasamanos y barandas de prevención, hace que la visita a la cueva se haga sin dificultad. Obra de la naturaleza que debemos conocer por tratarse de un fenómeno geológico sin precedentes en Colombia.
No existe una investigación que nos cuente su verdadero origen, sin embargo, sabemos que es fruto de algún acontecimiento acaecido hace miles de años. No sabemos si fue producto de un volcán o mar en alguna época o simplemente una formación natural. Lo cierto es que forma parte del plan turístico de la región; vale la pena conocer.
No hay peligro de perderse, guías experimentadas y conocedoras del lugar, dan una explicación, de su propia cosecha, que tiene bastante realidad. Estalactitas y estalagmitas, algunos riachuelos, animales exóticos y muchos “ pipistrelli” causan nerviosismo. La ruta consta de 9 estaciones: La Entrada; el Salón de La Juventud; el Salón de los Murciélagos y Salto de la Monja; Las Escaleras; la plataforma del Salto del Mico; el Salón del Té; el túnel de los 60 metros y el Salón de los Tornillos.
Rodrigo Espíndola nos dejó ver “ la casa más hermosa y extraña pues no tiene muros, ni techos, ni límites, ni dueños; sus cimientos son el arte, la filosofía y la metáfora. Se construyó en un solo día con millones de noches” Rodrigo es un quijote que dedicó su vida a su compañero de aventuras Don Quijote de la Mancha y a su incomparable Sancho.