El presidente Gustavo Petro, quizás forzado en parte por los últimos resultados de la economía que ha mostrado índices preocupantes, parece, por fin, entender que de las posiciones dogmáticas, unilaterales, unidimensionales, solo queda el aislamiento y es lo que ha comenzado a experimentar su gobierno.
La partida definitiva de Edmundo Gavassa nos ha dolido en lo mas profundo: amigo entrañable, profesional del periodismo esforzado, historiador por vocación y amante como ninguno de tu tierra santandereana. Edmundo desde tempranos tiempos fue muy inquieto y su avidez de conocimiento lo impulsó a estudiar en los Estados Unidos, en donde fue alumno de importantes universidades como Boston y Harvard; en la primera se graduó de periodista y en la segunda estudió literatura. Llegado a Colombia, don Roberto García-Peña no dudó en vincularlo a las páginas de El Tiempo, en donde adelantó muchos oficios en distintas áreas, y llegó a tener la confianza del propio fundador, Eduardo Santos. Pero él quería estar en su ciudad, la que siempre llevaba en sus afectos y se trasladó a Bucaramanga en donde trabajó para varias entidades y terminó creando una empresa de asesoría financiera y vinculado definitivamente a las páginas de Vanguardia, en donde se convirtió en un ameno cronista que se ocupaba de recordarnos los viejos tiempos, los personajes que han tenido protagonismo y los sucesos que merecieron orgullo en nuestra región. Siempre fue un buscador de datos. Manejaba con maestría el archivo fotográfico de la familia, uno de los legados documentales mas valiosos que tiene la ciudad, y profundizaba permanentemente sobre los acontecimientos que retrataban dichas imágenes. Su expresividad, con un rostro siempre atento, unos ojos que saltaban ante su interlocutor y una conversación siempre fluida y entregada a la indagación, sabía por qué era periodista y por qué era también escritor. En Vanguardia lo considerábamos siempre como de la casa, y cuando había que precisar datos relacionados con la historia de la región, lo consultábamos de inmediato, pues su memoria era prodigiosa y le permitía opinar de manera inmediata sobre hechos y personajes. Publicó muchos libros relacionados con instituciones regionales y revivió el archivo fotográfico de su antepasado don Quintilio Gavassa, ese personaje venido de Italia, que tanto aportó a nuestra cultura regional y que además fue pionero de muchos emprendimientos. Pero además era un hombre cívico por excelencia y vivía reclamando acciones para los diferentes frentes que demandaba la región. Cuando don Roberto García-Peña fijó su residencia temporal en Girón, conformamos una tertulia permanente a la cual estaban vinculados también Armando Puyana y Alfonso Gómez Gómez. Edmundo siempre era personaje central: Convocaba, colocaba los temas, insistía en la puntualidad y nos deleitaba con la exquisites de las pastas que sabía preparar. Mucha falta nos hará Edmundo. La Academia de Historia que presidió, sabrá guardar su memoria, y quienes tuvimos el privilegio de disfrutarlo, lo extrañaremos siempre.