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Eduardo Durán
Jueves 28 de marzo de 2019 - 12:00 PM

La muerte lenta

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Así podríamos denominar la prolongación de la crisis de Venezuela; una agonía que se ve reflejada en hambre y enfermedad, para lo cual no existe todavía ninguna solución a la vista, pues el régimen imperante se sostiene con el apoyo de las fuerzas armadas, que exhiben un aparato coercitivo robustecido con el apoyo de Cuba y Rusia.

Los desfiles interminables de venezolanos por las carreteras de Colombia, buscando una salida para su futuro, refleja el más desolador panorama de angustia, en donde cientos de miles de personas, hombres, mujeres y niños, emprenden caminatas de miles de kilómetros buscando comida, alivio a las enfermedades y tal vez una posibilidad de trabajo. Se cree que muy pronto ya el 20% de la población venezolana ya ha tenido que salir del país, buscando una salida desesperada para su condición de pobreza extrema.

Y es que las cifras son dramáticas: inflación por encima del 2.000.000%; un crecimiento económico de -16,7%; un salario mínimo de seis dólares mensuales y un índice de pobreza que ya alcanza el 90%. A todo esto se suma un desabastecimiento en alimentos y medicinas de más del 40%, y un índice de muertes violentas de los más altos del mundo.

Un país así, opacado por semejante desgracia, debe ser declarado como una tragedia mundial, como un objeto de ayuda humanitaria permanente, pues la verdad es que esa avalancha de personas que se lanza a las carreteras de los países vecinos, no cuentan con ayudas reales y apenas obtienen limosnas, traducidas en migas de pan, para paliar un estado de hambre que les permita seguir con vida.

La estrategia para lograr un cambio en el vecino país no ha funcionado, es más, ha sido un fracaso, pues se pensó que con una amenaza de fuerza era posible lograr una rendición y eso no sucedió.

La solución no está en una orden que imparta una potencia, sino en un acuerdo para que ese régimen despótico pueda darse cuenta del daño que está causando y del panorama de muerte que está ofreciendo.

La comunidad internacional sigue esperando una acción acertada de sus organismos para que se vislumbre una solución, pero la carencia de creatividad ha impedido que esa solución aflore. ¿Hasta cuándo?

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