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Eduardo Durán
Jueves 18 de febrero de 2021 - 12:00 PM

La protesta por los peajes

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El país se ha acostumbrado todos los años a los paros del transporte de carga, en donde se protesta no solo por las tarifas en los peajes, sino por la cantidad de los mismos en las vías nacionales, lo que hace que se incrementen los costos de los fletes y que disminuya la rentabilidad del negocio.

Pero la verdad es que todo obedece a un problema estructural que nunca se ha evaluado a fondo para tratar de ofrecer una solución. Nuestras carreteras son ineficientes, no solo por las bajas especificaciones, por la topografía del terreno y por la carencia de mantenimiento, sino porque como casi toda la carga se transporta por vía terrestre, porque no tenemos ferrocarriles, ni tampoco un apreciable transporte fluvial, esto hace que el peso de tantos camiones deteriore fácil y rápidamente el pavimento, ocasionando toda clase de traumatismos en la operación.

Pero a su vez la inversión proveniente del ingreso de los peajes resulta incierta en buena parte de las vías, pues no se dispone de suficientes controles y acciones para hacer que esos ingresos tengan una dinámica apreciable en el mantenimiento de la estructura.

Hoy en día existen demasiados trancones en las carreteras como consecuencias de las fallas permanentes, y a estos, hay que sumarle los que se presentan como consecuencia de los peajes ineficientes, con pocas ventanillas de atención y fuera de eso en donde no ha sido posible implementar el peaje electrónico, un proyecto que nadie se explica por qué ha sido tan esquivo, a pesar de las reiteradas promesas por su implementación.

Pero también hay que anotar que estamos muy demorados en diseñar un programa de veeduría ciudadana para los recursos que se recaudan por el sistema de peajes, pues siempre se habla de cifras multimillonarias, que no se ven reflejadas en el mantenimiento de las vías. Es importante no solo que la gente conozca el destino de los recursos que aporta, sino también poder estar en capacidad de comprobar la eficiencia y eficacia de la inversión de los mismos.

Entidades como los gremios de camioneros, de transporte de pasajeros, así como las empresas de turismo, las sociedades de ingenieros y la misma Cámara Colombiana de infraestructura, junto con las comunidades implicadas, podrían estar en capacidad de ejercer un control permanente que permita establecer las realidades de los costos, y en el mismo sentido poder opinar sobre las prioridades de las inversiones.

Las cifras que para la economía del país significan estas afectaciones, son verdaderamente incalculables, circunstancia que hace que nuestro sistema productivo no alcance los niveles de rentabilidad promedio de otros países que cuentan con sistemas mucho mas eficientes, diversos y expeditos.

Dentro de las muchas reingenierías, largamente esperadas, esta es una que reviste la urgencia manifiesta.

Apostilla. Los invito a repasar nuevamente el escenario de la vía Bucaramanga-San Gil, para que se den cuenta del atraso, del caos y de la injusticia para nuestro departamento.

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