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Eduardo Durán
Jueves 25 de febrero de 2021 - 12:00 PM

Los intereses mediáticos

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A los líderes del mundo, en su mayoría, los persigue el síndrome del interés mediático; viven en función de lo que les pueda producir resultados ya, sin pensar en el futuro. Surgen toda clase de empresas electorales que defienden proyectos personalistas y se alejan de todo lo que tiene que ver con el espacio más allá de su frente, con los intereses ciudadanos de largo plazo, o con la armonía que tiene que guardar cualquier política pública con lo que constituye las necesidades del resto de la humanidad. El accionar se concentra en lo que pueda percibir ese supuesto líder en el instante de su actuación, y lo que es peor, en lo que pueda alimentar sus intereses personalistas; las generaciones por venir, desde luego, no existen y por lo tanto no les importa.

Ejemplos sobran: el expresidente Trump es el campeón en el mundo con su política de aislamiento, a quien no le importó el acuerdo global del medio ambiente y ni siquiera la Organización Mundial de la Salud, organismos de los cuales se retiró de manera abrupta y exhibiendo grotesca patanería.

Lo mismo hizo el señor Johnson, primer ministro Inglés, quien le transmitió a los británicos la idea de que el mundo gira alrededor de Inglaterra, y que pertenecer a la Unión Europea, afectaba su posición imperial, lo cual hizo que ese país le diera una patada a 50 años de procura de una integración que ofrecía elementos comunes a los ciudadanos de todo un continente.

Y en nuestro caso, ni qué pensar de los mandatarios criollos como Chávez, Maduro, Ortega, los Kirchner, Bolsonaro, Morales, etc. Nada hicieron por esfuerzos de integración, ni latinoamericana, ni suramericana, ni regional. Chávez de un plumazo se retiró de la comunidad andina, y la unión suramericana quedó hecha un apéndice de lo que Chávez y Maduro llamaron el Alba, o sea de quienes estrictamente comulgaran con su régimen.

El mundo está sediento de verdaderos líderes, aquellos con una formación humanista e integral de los problemas que a todos nos agobian y que no tienen color político ni etiqueta social. Los temas de salud, de medio ambiente, de migraciones, de pobreza extrema, de alimentación, de derechos humanos, de cooperación con los más débiles, de desarrollo sostenible, parecen no existir y no despiertan interés en aquellas mentes cerradas, obtusas, erráticas y sin visión de mundo y de futuro.

Por eso es que nos debatimos, en medio de políticas distorsionadas, personalistas y aisladas totalmente de las necesidades de la gente. Como decía un gran pensador, el mundo estará muy mal si nuestros líderes se empeñan en solo pensar en las próximas elecciones, y no en las próximas generaciones.

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