martes 09 de mayo de 2023 - 12:00 AM

El caudillismo

El caudillismo es un fenomeno político y social surgido en el siglo XIX, que anidó en América Latina, donde ha reencarnado repetidamente a lo largo del tiempo. Es el surgimiento y ascenso de un dirigente político carismático que se halla en su clímax cuando está entre multitudes que consideran que es el verbo que representa sus intereses y anhelos, que solo él puede resolver los problemas sociales y económicos.

El caudillismo es una combinación de intereses populares y ambiciones personales, se alimenta de las desigualdades políticas, económicas y sociales, al revisarlo históricamente se concluye que abre las puertas a las dictaduras, a la represión, a largos períodos de estancamiento político y economico, a agudos momentos de retroceso social.

La figura del caudillo ha rondado la historia de América Latina. Ha germinado en países tales como México, Chile, Perú, Argentina, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Venezuela, Cuba, Brasil, Nicaragua, República Dominicana, Panamá; caudillos fueron Francisco Franco en España y Oliveira Salazar en Portugal.

El caudillismo se apalanca en el raquitismo de las instituciones democráticas, halla espacio cuando los partidos políticos colapsan, hay decadencia en el ejercicio de la autoridad y la sociedad se disgrega. El caudillo siente que es un “Mesías”, el único capaz de llevar a la prosperidad, que su concepción y visión política salvará a la patria, reorganizará a la sociedad, restablecerá y rearmará las estructuras del poder. Cada caudillo tiene su propio estilo. En el siglo XXI han brotado los de la postmodernidad, como Hugo Chávez. El caudillo ejerce poder especial por sus condiciones personales, pero termina hartando a las multitudes y suele entonces devenir en dictador.

El vocablo caudillo es elástico a la hora de ser usado. Lo fueron Francisco Franco (España), Oliveira Salazar (Portugal), Perón (Argentina), Getulio Vargas (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), “Chapitas” Trujillo (República Dominicana), todos figuras dispares entre sí, fueron primero caudillos y luego, dictadores.

¿Por qué estas disgresiones? Porque lo que hubo el pasado primero de mayo en la plaza de armas de la Casa de Nariño, en Bogotá, fue un acto de caudillismo: un líder, un balcón, una masa, un discurso caudillista, y un país que no tiene certeza de cual será su mañana.

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