No acaban los santandereanos de reponerse del impacto profundo que deja en el ánimo una noticia trágica cuyos protagonistas...
El dificil arte de gobernar
Gobernar es muy difícil. En días pasados dos altos funcionarios del actual gobierno nacional han puesto en evidencia inmadurez y debilidad en sus juicios y actos, han incurrido en errores en los que alguien sensato, reflexivo y con buen sentido no habría caído, más cuando encarna la majestad del Estado.
Laura Sarabia, quien es lúcida pero demasiado joven para las complejas tareas que desempeña, ha demostrado ser una acuciosa funcionaria, pero el haber hecho uso del detector de mentiras en el caso de la sustracción de dinero de su residencia, es prueba de que actuó precipitadamente, insensatamente, y por eso cayó en una conducta que le traerá muchos dolores de cabeza.
El detector de mentiras no es una prueba aceptada por el Derecho Probatorio colombiano; someter a una empleada de oficios domésticos, que está en inferioridad de condiciones por ser la señora Sarabia su patrona y desempeñar un alto cargo estatal, usar para tal menester a funcionarios públicos, es una suma de errores en que alguien sensato no hubiera incurrido. Faltó reflexión y prudencia, atributos que solo llegan con los años.
Capítulo aparte es el que desde tiempo atrás en la Presidencia de la República se use detector de mentiras para menesteres administrativos. ¿A quién se le ocurriría eso? Si para nuestros códigos no es válido su uso como prueba judicial, mal puede usarlo la Casa Presidencial.
Diferente es el caso de Iván Danilo Rueda. Este teólogo y comunicador social, que ha caminado buen trecho en labores humanitarias en el emponzoñado mundo del conflicto armado y social que padece Colombia desde que surgió como Estado Nación, cometió un yerro que pone en evidencia que es débil en sus conceptos, que mentalmente no ha hecho tránsito entre lo que era su papel en las actividades humanitarias y sociales que llevó a cabo con el sacerdote Javier Giraldo S.J. y lo que significa ser representante del Estado en una mesa de negociaciones tan compleja como la que decidió impulsar el Presidente Petro, los valores objetivos que debe defender, que no admiten vacilaciones y debilidades pues negocia en nombre del Estado, carácter que puede reñir con el ser humanitario. ¡Qué débil debe ser como negociador!... Y actúa en nuestro nombre...