Occidente desconoce mucho sobre China. Henry Kissinger, arquitecto del gran paso de E.E.U.U. hacia China, quien ha hecho más de 50 viajes a dicho país, cerebro de las negociaciones con las más altas instancias políticas, económicas y estatales de Pekín, en su libro ‘China’ resalta que Occidente ignora lo que ha sido y es China, su cultura, historia, presencia y preminencia en los últimos dos mil años.
Analiza cómo China, durante los últimos dos milenios, ha tenido logros científicos y tecnológicos frecuentemente superiores a los occidentales y que, hasta la revolución industrial, fue una economía más sólida y productiva que Occidente. Tras 200 años de letargo, regresa con gran fuerza.
China, durante 18 de los últimos 20 siglos, produjo un porcentaje del PIB mundial superior al de Europa y E.E.U.U.
Europa entró en la Edad Moderna enzarzada en pujas de jurisdicciones -rivales- de príncipes, duques y condes, ciudades que se autogobernaban, la Iglesia Católica reclamando autoridad supraestatal, sectores protestantes luchando por crear sociedades civiles autónomas. China, en ese entonces, llevaba más de mil años siendo gobernada por una robusta burocracia imperial seleccionada mediante concurso por oposición.
El planteamiento chino sobre el orden mundial es distinto al occidental. Washington busca difundir sus valores y su sistema en el planeta; China, que se conozca su desarrollo y ampliar su esfera de influencia cultural. Estrategias muy diferentes entre sí.
En China se juega el wei qui, “juego de piezas circundantes”, que evita que en el tablero haya conflicto directo y busca crear cercos estratégicos de zonas de fuerza entrelazadas. En Occidente se juega ajedrez, entretenimiento de choque frontal cuyo fin es la victoria total (jaque mate), o que haya tablas, que nadie gane. Son juegos muy distintos, estrategias diferentes, expresiones de dos concepciones del mundo discrepantes.
China, en los últimos veinte siglos, solo ha estado eclipsada 200 años. En los otros 1800 años ha sido gran protagonista. Ahora regresa sólida, dinámica, con objetivos más acordes con el siglo XXI que los occidentales.
