Los jóvenes han participado masivamente en las protestas ciudadanas que en las últimas semanas ha habido y que seguramente se prolongarán tanto cuanto persista la testarudez del Presidente Duque sobre con quiénes hablar respecto de la larga lista de inconformidades que hay en muy diversos sectores sociales.
Las reivindicaciones juveniles no se limitan a la financiación de la educación pública; también apuntan al contenido de la reforma pensional del gobierno Duque, así el Presidente diga que en las calles se está persiguiendo a un fantasma pues no hay texto de ella redactado.
No estará redactada su versión final pero su diseño, filosofía, columna vertebral y arquitectura están ya decididos. Ella lesiona letalmente a los colombianos que hoy tienen menos de 30 años de edad; es a ellos a quienes se les aplicará.
Tal reforma disminuirá la tasa de reemplazo, es decir, el dinero que se le da a quien se pensiona, como dijo el nefasto ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, en entrevista dada a El Tiempo y publicada el 20 de octubre pasado, en la que manifestó que la gente se pensionará con lo que ahorre y que el Estado a partir de una determinada fecha no respaldará las pensiones. Es decir, importaremos el sórdido modelo pensional chileno que ha “incendiado” al país austral.
Según tal modelo, la gente se pensiona con el 20 o el 25% de lo que ahorra, o sea, las personas saltarán del trabajo a la pobreza. Esa es la filosofía de la reforma pensional del gobierno Duque; cosa distinta es que por la furia social que hay en las calles, aplazaron su presentación para cuando todo se calme.
¿A quiénes afecta tal reforma? A los jóvenes de hoy cuando hayan ya trabajado 25 o 30 años y tengan la vida a sus espaldas.
Por eso ellos están en las calles, cacerola en mano y a voz en grito.
