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Eduardo Pilonieta Pinilla
Jueves 09 de junio de 2022 - 12:00 PM

La inutilidad del voto en blanco

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En una campaña presidencial tan cerrada como la que se vive actualmente debe tenerse presente que cada voto cuenta, pues la elección depende de la sumatoria de lo depositado en las urnas.

Por eso es importante que la gente sea consciente de que, si bien el voto en blanco es una forma de expresión legítima, en este momento resulta inútil desde el punto de vista electoral; solo se mostrará como una manifestación de inconformidad con el sistema, innecesaria porque la mayoría de votantes lo pusimos de manifiesto cuando en las pasadas elecciones votamos definitivamente por el cambio.

En esta ocasión el voto en blanco no cuenta para nada; por lo tanto, es un voto que pierde uno de los candidatos en contienda lo cual fortalecerá o desmejorará a su oponente, depende como se vean las cosas.

Esto hace que debamos repensar de nuevo qué vamos a hacer pues ya no hay marcha atrás y definitivamente se marcará el cambio en la forma de hacer gobierno pues juntos candidatos lo plantean.

Es importante escoger qué modelo queremos: el que nos propone un salto al vacío tratando de establecer ese cambio socialista que ha terminado arruinando a los países en donde se aplica; o el moderado que propone organizar la casa respetando las libertades ciudadanas, frenando la corrupción desbordada e intentando hacer de Colombia un país vivible y no ese infierno al que pretende llevarnos el famoso Pacto Histórico promovido por personajes como: Roy Barreras, Benedetti, Piedad Córdoba y Gustavo Bolívar.

Si gana la opción petrista debemos prepararnos para un período presidencial de por lo menos 20 años y los ejemplos saltan a la vista pues los gobernantes que siguen esta corriente política una vez que llegan al poder se niegan a entregarlo y si no miremos a Rusia, Corea del Norte o nuestro vecino Cuba que llevan años en el poder sin estar dispuestos a querer entregarlo.

Con un gobierno petrista pondremos en juego no solo la libertad sino la economía, las industrias, las relaciones internacionales y lo más grave, el futuro de toda una generación que sufrirá los efectos de la equivocación que podemos llegar a cometer si damos ese salto al vacío que propone el socialismo del siglo XXI.

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