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Eduardo Pilonieta Pinilla
Jueves 23 de julio de 2020 - 12:00 PM

Más técnicos, menos doctores

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En este mismo diario se dijo que el país producía 14 mil abogados al año y no nos sorprende porque las Facultades de Derecho han terminado convirtiéndose en el salvavidas económico de las universidades colombianas.

Para abrir una Facultad de Derecho solo se necesita un par de salones, un poco de muchachos llenos de ilusiones que estén en condiciones de cancelar desde el millón ochocientos a los dieciocho millones de pesos semestrales y un grupo de abogados que estén dispuestos a vender sus conocimientos por escasos $40.000 la hora y sobre los cuales, en algunos casos, poco control se ejerce en relación con la calidad de su trabajo.

La verdad es que el derecho es una carrera que tiene mucho pedido en el estudiantado; sus costos de operación son muchísimo menores que las de cualquiera otra y por ende su rentabilidad es, o puede ser, la razón de ser de estas escuelas.

Lo mismo ocurre con los cursos de posgrado que hoy proliferan de manera notoria y se hacen sobre los temas más disimiles y que al comparar cuidadosamente con los contenidos del pregrado, solo se diferencian en el docente, que por requisito esencial debe ser de otra ciudad, por aquello de que nadie es profeta en su tierra y a cuyos dicentes se les puede exigir menos, pues éstos alegan carecer de tiempo para dedicarse al estudio por lo cual, en aras de mantener la clientela, sus directivos se hacen los de la vista gorda, más cuando su matrícula ya fue cancelada.

Esto explica la crisis de la profesión y a la vez la de la justicia, pues el método más fácil para ganarse el sustento un abogado es lograr un cargo vitalicio en la Rama y obtenido el mismo, permanecer hasta pensionarse y en algunos casos hasta llegar a la edad del retiro forzoso.

Mientras todo esto sucede con los doctores, carecemos de técnicos que ayuden a desentrañar la virtualidad en que terminamos insertos por razón de la pandemia y si no veamos cómo está la justicia enredada en sus desarrollos tecnológicos hasta el punto de estar literalmente desaparecida.

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