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Eduardo Pilonieta Pinilla
Jueves 19 de marzo de 2020 - 12:00 PM

Ojalá valga el esfuerzo

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Hay cosas que suceden tan de improviso que logran desequilibrar el normal desarrollo no solamente de las sociedades sino de las personas, haciendo que se trastornen las cosas de tal manera que se necesite voluntad y paciencia para poder soportarlas.

Todos los desarrollos sociales están encadenados entre sí y al romperse un eslabón empieza toda una secuencia de cambios que muchas veces son imposibles de controlar e incluso pueden llegar a generar un verdadero caos social en el cual todos saldrán perdiendo.

En este caso, lo primero que se está afectando es la libertad de movilización y estando acostumbradas las gentes a una rutina que han manejado toda la vida y que muchas veces ha costado trabajo construir, si súbitamente le cambian las condiciones y se les dice, tres días antes, que quedarán en aislamiento preventivo obligatorio, que no es otra cosa que un arresto domiciliario por razones de salud sin darles el tiempo suficiente para reacomodarse, es para muchos un verdadero traumatismo irresistible.

Es cierto que es cuestión de vida o muerte y se trata de un problema colectivo; solo que este tipo de medidas coercitivas para personas mayores de 70 años, que aún están activas, causan innumerables dificultades que muchas veces resultan apabullantes.

Nadie sabe si el experimento dará resultados porque se trata simplemente de la implementación de políticas para ver si por ensayo y error se logra lo que se pretende.

Ojalá el remedio no sea peor que la enfermedad y este tipo de acciones no agraven el caos que ya estamos viviendo como se siente en materia de desempleo que ya está mostrando una escalada alcista al obligar a muchos establecimientos de comercio a cerrar sus puertas.

En síntesis, se trata de experimentar un nuevo modelo de vida en que la producción resulta tremendamente afectada mientras las obligaciones si continúan en su causación natural, generándose un desequilibro que muchas veces es irreparable como en aquellos casos en que las empresas, debido a su debilidad financiera, no puedan volver a recuperar el terreno perdido.

Se nos tildará de pesimistas, pero lo que realmente pretendemos es ser realistas.

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