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Eduardo Pilonieta Pinilla
Jueves 15 de septiembre de 2022 - 12:00 PM

Pan y circo

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La reciente semana cultural terminó sirviendo para demostrar hasta dónde llega nuestra indisciplina social puesta de manifiesto en la forma como se actuó en desarrollo de los programas establecidos.

El cacareado concierto terminó siendo un desorden, no solo del público que asistió, sobre todo en la primera puerta de entrada en donde todos querían ser los primeros, sino en la organización del mismo la cual no tuvo en cuenta la continuidad lógica de un concierto de este tipo pues entre cantante y cantante los asistentes tenían que esperar hasta una hora o más, todo ello sumado a los exagerados precios de lo vendido dentro el estadio en sumas que podían superar hasta seis veces el valor común del mercado en un típico modelo de abuso especulativo.

El famoso desfile de carrozas fue otra demostración de la forma poco civilizada como actuamos los santandereanos, no permitiendo el disfrute del espectáculo pues las gentes se volcaron como animales hambrientos sobre el desfile mismo, hasta el punto de que se hizo imposible apreciar el esfuerzo de los constructores de las carrozas que bien valían la pena por su diseño.

Seguramente se dirá que era un festival para vivir y no para ver y puede que en eso haya razón, solo que ello no quita la impresión del criterio anarquista con que actuamos lo bumangueses.

Desde luego al pueblo hay que darle pan y circo y esto último fue lo que tuvieron; por lo tanto para quienes participaron del desorden, personas como el gobernador y el alcalde, son ahora los héroes de la fiesta sin importar que nada hagan para resolver a fondo los reales problemas de sus gobiernos.

Las numerosas llamadas a la policía en su línea de emergencia demostraron los efectos de este desorden desmedido que no es, en mucho, diferente a los que se dan en cuanto al tránsito pues ahí también se pone en juego el criterio que primero soy yo y los demás no cuentan y que las leyes se hicieron para ser violadas.

Siquiera se murieron los abuelos sin ver cómo se disuelven los núcleos sociales de conformidad con la nueva forma de ver la vida en aplicación del principio, hoy en boga, de que está prohibido prohibir.

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