Aunque la intención y el propósito de este espacio es opinar en trecientas y tantas palabras, la primera columna quiero dedicarla a quien me permite hacerlo con tanta libertad como alguna vez lo pudo hacer mi padre (Pablus Gallinazo) a instancias de Alejandro Galvis, específicamente con la primera y única edición del Gato por Liebre que les costó tantas alegrías que aún, sin un solo ejemplar en las hemerotecas, es un orgullo y fue un periódico histórico y sin circulación, confiscado por el DAS, vetado por el estamento y fotocopiado hasta la ilegibilidad en los años sesenta.
Con toda seguridad yo, que me aprecio independiente, al juicio de ustedes que me leen estaré de algún lado, perteneceré a algún partido y estaré sesgado, unas veces de su parte y en otras del contrario, estaré escribiendo en el más importante periódico regional o en un pasquín, pero quiero decirles desde ahora que cambio de partidos y opiniones porque de vez en cuando entiendo las razones de mi contradictor, creo y dejo de creer, sueño y tengo pesadillas, me enamoro y entiendo las razones para despedirse, olvido, amo y no odio, pero me hago el pingo para volver a comenzar.
Acepto la invitación de escribir y el propio riesgo que esto impone, pues someter la opinión del día al escrutinio público incluido el de las anónimas redes sociales y al del Zaperoco de Vanguardia Liberal que dirige el innombrable, (que aterroriza con su lupa sobre el uso y el abuso del idioma), no es un asunto fácil de afrontar.
Seguramente entraré en sana concordia y discordia con mis compañeros de edición que fueron o son mis profesores, jueces, contrapartes, contradictores, copartidarios y amigos, columnistas todos y recordaré recurrentemente a mi mentor, Jaime Luis Gutiérrez Giraldo que con sus cavilaciones nos acompañó y me orienta hoy, después de su muerte y si ustedes lo desean y exigen, replicaré la columna de mi tía Berta Navas de Gutiérrez cuando ustedes tengan a bien preguntar y yo deba responder.
También acepto la esclavitud de lo que diga y me refrescaré en ser el amo de lo que calle, aunque sea poco. Acá nos vemos y leemos de cuando en vez y nuevamente, gracias por permitirme escribir y a ustedes por leer.
