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Eneas Navas
Jueves 31 de octubre de 2019 - 12:00 PM

Un consejo al Concejo

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Para que la renovación del Concejo de Bucaramanga sea real, deje de ser nominal y se convierta en práctica, los partidos y movimientos, antiguos y nuevos, deben pasar del discurso a los hechos, transición que no es fácil, pues acá, en la realidad de la administración pública que les espera después de la elección en la que era suficiente decir las cosas, hay que hacerlas y hacerlas bien.

Los nuevos concejales están entrando a un mundo plagado de normas en el que se peca por retardo, exceso u omisión. y en el que, hágase lo que se haga, siempre habrá un mayor o menor grado de descontento ciudadano que, gracias a las redes sociales, puede dar la apariencia de que nos siguen dando más de lo mismo.

Deberán entonces, como primera medida, memorizar y aplicar el artículo 209 de la Constitución Política de Colombia, según el cual, la función administrativa está al servicio de los intereses generales y se desarrolla con fundamento en los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y publicidad, mediante la descentralización, la delegación y la desconcentración de funciones, y recordar que estas unidades lingüísticas no son cascarones prosaicos, sino que están llenas de contenido de obligatorio cumplimiento.

No queremos ver concejales que falten a sus sesiones o lleguen tarde, que es lo más elemental, ni a los que abusan de la credencial hasta para aparcar su carro, ni a los que adoptan posiciones sin sustento o las cambian por conveniencia personal, como tampoco queremos ver a los que participan para subir las calificaciones de los programas de control ciudadano, ni a los que programan sesiones de media noche o elecciones con baja difusión, como la del futuro Personero de la ciudad.

Queremos un Concejo deliberante, activo y trascendente, que haga control político, que convoque cabildos y no nos muestre obras de teatro mal montadas, que cumpla las promesas de campaña, que cumpla con sus funciones más allá de la agenda de sesiones, que trabaje de manera continua y permanente, que hable de frente a la ciudad y la escuche, reivindicando el arte de la política, terminando con el estigma de la corrupción, porque, si política es corrupción, en el futuro, serían ellos.

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