Parece paradójico que en 2017, el fiscal Néstor Humberto Martínez fuera declarado por “El Tiempo” personaje del año, y los santos inocentes que somos la mayoría de colombianos lo creyéramos. Pero en menos de lo que una gallina parpadea dos veces, vino a hacerse público el escándalo de Odebrecht, y todo lo que con ello tiene que ver NHM y sus jefes originarios – ¿y actuales?- que esta vez decidieron que el personaje del año 2018 sean los 12 millones de colombianos –otra vez santos inocentes- que ven frustrado el mandato de hacer reformas serias y profundas anticorrupción. Tal vez el joven Duque sea inocente, pero no el Ejecutivo, el Legislativo y otras instituciones del alto gobierno. Pareciera que Colombia inaugura una era de gobernar desgobernando. La brújula está perdida o averiada. A Duque le proponen un timonazo, pero es aconsejable un cambio de barco y de marinería, en puerto seguro. Es mi ferviente deseo para 2019, porque la desgobernanza mata.
Memorable e histórico –de verdad histórico- para el país, el gobierno y el avance de la educación superior pública, el acuerdo para sacar del hueco a las universidades; y que sin “chalecos amarillos” la movilización universitaria haya sido un éxito. También es mi deseo que a partir de 2019 se cumpla a cabalidad, y no caiga en la sombra del paraguas de lo que hay que volver trizas. Tal vez los estudiantes sin fusiles ni violencias, y con la presión social a su favor, no sean burlados. Lo logrado es importante pero no suficiente. Los profesores ocasionales o de cátedra –que asumen por lo menos el 50% de las clases- son los grandes olvidados y excluidos. Una enorme injusticia, también histórica.
Post scriptum. A mis amigos bibliófilos dos recomendaciones cosmológicas para combatir el analfabetismo navideño. De Marcus du Sautoy ‘Lo que no podemos saber’; y una nueva traducción –de José María Micó- de ‘Comedia’ de Dante, que todo lo quiso saber.
Esta columna reaparecerá el martes 15 de enero.
