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Ernesto Rueda Suárez
Martes 06 de noviembre de 2018 - 12:00 PM

Palabras inútiles

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Además de la tecnología para la industrialización de la muerte y la organización y movilización de masas, un aporte esencial del nazifascismo fue el desarrollo de la propaganda y la mentira política, nunca antes vistos en la historia del mundo. El sacrificio mayor ocurrió y ocurre en el uso del lenguaje; fabricaron con éxito toda una neosemántica de la tragedia, que tiene base en el uso del terror, el miedo y la violencia, elementos de lo que Hanna Arendt llamó propaganda totalitaria; caracterizada por la imprecisión del lenguaje, el uso de eufemismos y la neolengua (Orwell) como tapadera para ocultar o reinventar la realidad real y no la mera y laxa percepción. El caso de los “migrantes”, convertidos en espectáculo mediático, está en primer plano hoy día en Europa, en Estados Unidos, y claro, en la región, dada la defenestración de Venezuela. No tenemos una crisis de migrantes sino de refugiados, no es un fenómeno natural sino político, económico y jurídico. El refugiado tendría protecciones nacionales e internacionales, mientras que el migrante se convierte en discriminado, criminalizado, violentado y explotado. Trump los llama “migrantes ilegales”, como antes Bush llamó –y llaman- “combatientes ilegales” a los prisioneros de Guantánamo.

Trump hace uso intensivo –hasta el fastidio- de los “migrantes” centroamericanos para afianzar su régimen populista de ultraderecha. Miedo, terror y violencia. Es una invasión, dice, así que 15 mil soldados para detenerla, y hasta dispararles, alcanzó a decir. Por supuesto, es un problema mayor, del que no se quieren ver las causas. Los convierte en propaganda política para intentar ganar las elecciones del 6 de noviembre. ¿Lo logrará? Es probable, el populacho supremacista anglosajón que lo eligió debe estar conmovido hasta los tuétanos. Los semánticos y semiólogos de la Casa Blanca, que han leído a Goebbels y Arendt saben que la propaganda y la violencia no son nunca contradictorias. El uso de la violencia es parte de la propaganda. También lo sabe Bolsonaro, Putin, el monarca Saudí. Y por supuesto, qué tristeza, nosotros los colombianos.

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