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Ernesto Rueda Suárez
Lunes 02 de diciembre de 2019 - 12:00 PM

Palabras inútiles

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Si los cauces democráticos normales comienzan a ser obstruidos y corrompidos, no puede esperarse que la sociedad civil no recurra a otros medios como la protesta pacífica, que tiene alcances limitados, y tal parece que el gobierno ha superado esos alcances, con la campaña de descrédito en que ha sumido las protestas callejeras. Desde su propio partido, el ala extremista no cesa los furiosos ataques y hasta le piden la renuncia o el apartamiento del cargo –no se sabe si incluye a la vicepresidenta– puesto que les parece que el joven Duque es un obstáculo para la aplicación de medidas de excepción, muchas de las cuales fueron ensayadas; pero la policía y su Esmad fueron incapaces de neutralizar a las hordas de encapuchados, puesto que el objetivo de la barbarie es ese, dañar la protesta y justificar las medidas de fuerza. Hay también un “esmad” simbólico de gran eficacia, ejercido a través de los medios y de reconocidos columnistas, que fijan su atención en magnificar el uso de la violencia por parte de los bárbaros, y minimizar o evitar el análisis de las causas del malestar generalizado en todos los estratos de la sociedad.

No basta con condenar la violencia y pretender que en este país no hay razones históricas, acumuladas por décadas, y llegar al descaro de negarlas, comenzando por la realidad objetiva de que el país ha sufrido un conflicto armado de 50 años solo en el último siglo, más otras formas de delincuencia armada organizada, más las violencias generadas por la exclusión, la inequidad y la injusticia. No basta con decir que se ganaron las elecciones en segunda vuelta, y que por tanto existe un cheque en blanco, o un hipotético programa de gobierno que se cumple a rajatabla, aun cuando sea fallido. En política es esencial rectificar y sintonizarse con las necesidades de los no privilegiados. Por eso la alcaldesa electa de Bogotá ha dicho que su programa de 100 días tiene que cambiarlo. De eso trata la democracia, que poco a poco se quiere desvirtuar.

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