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Ernesto Rueda Suárez
Lunes 21 de junio de 2021 - 12:00 PM

Palabras inútiles

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Es sorprendente o curiosa la manera como se hacen las cuentas de las pérdidas por el Paro Nacional, en donde, por supuesto no existen ganancias. Ya desde mediados del siglo XV se consolidó la llamada contabilidad “a la veneziana”, de partida doble, puesto que la contabilidad ya la inventaron los fenicios, muchos siglos antes. En cualquier caso una invención de origen comercial, sin la cual ni la economía antigua ni la moderna hubiesen prosperado. Es una técnica que llegó para quedarse por siempre. Lo sorprendente ahora es el uso de una contabilidad prefeniciana y preveneciana. Lo que más sorprende es la manera alegre como aparecen las cifras, alocadas y sin ningún sustento ni fuentes seguras ni confiables ni comprobables: simples habladurías. A lo mejor alguien las paga, es decir nosotros, incluida una nueva reforma tributaria. El presidente, los ministros, los dirigentes gremiales, los tanques de pensamiento, los dueños o directores de grandes medios, cada uno hace sus cuentas, en medio de una narrativa siempre catastrofista. Los culpables son los del paro, puesto que en este país no pasa nada: es de maravillas, y los malosos lo quieren acabar. Más ramplona no puede ser esa lógica.

Nadie puede negar destrucción y violaciones de DD.HH desbordados, pero no pueden ignorarse las múltiples causas coyunturales y crónicas que han llevado al estallido del 28 de abril. Los estallidos siempre son temporales y siempre serán peores, y es criminal pretender usar el descontento y la rabia –que no es la rabia de los del No- para canalizar la campaña presidencial de 20 22, que podría resultar nefasta para todos. Por lo pronto el gobierno –que ya parece un “régimen”- acumula más y más poderes, desvirtuando lo que nos queda de democracia, un régimen que usa medios democráticos para consolidar el populismo autoritario, a lo Maduro, a lo Ortega.

Post scriptum. ¿Es tan fácil hacerle atentados a la Policía y al Ejército? El de Cúcuta fue tan chapucero que plantea muchas dudas de distinta naturaleza. Como siempre, descabezados los chivos expiatorios. De generales y ministro, nada.

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