Desde el inicio del fútbol profesional colombiano en 1948 y se puede afirmar que hasta cuando pellizcamos la década del 70, llegaron a Colombia grandes jugadores argentinos para los equipos del balompié colombiano. Me voy a referir solamente a los argentinos, sin dejar de lado que a nuestro país arribaron uruguayos, paraguayos y brasileños con una clase inigualable.
Estaba oscureciendo en la década del 60 y amaneciendo en los años 70, al tiempo que la mayoría de equipos que conformaban el rentado criollo se quedaban sin dinero, y tuvieron que armar nóminas bastante modestas con base en buenos jugadores de las diferentes regiones del país. Llegaba uno que otro extranjero de categoría, pero nada más. De repente arribaron a nuestra patria, delanteros desconocidos como el cordobés Hugo Horacio Lóndero quien venía de Gimnasia y Esgrima de La Plata, estuvo en el América y desde el instante mismo de su llegada demostró condiciones, fue goleador en los equipos en los que actuó tales como Cúcuta Deportivo, Nacional, Medellín, Pereira y hasta lo nacionalizaron para que jugara en la Selección Colombia, la del ‘caimán’ Sánchez en 1975, subcampeona de América.
Le contaremos a las nuevas generaciones que Hugo, gran amigo que vive en Cúcuta, es uno de los máximos artilleros del fútbol colombiano. Hizo más de 200 goles en su paso por los equipos colombianos. Y como él, llegó también Jorge Ramón Cáceres, a quien todo el mundo conoció como ‘La fiera’ Cáceres. Al igual que su compatriota Lóndero, el delantero oriundo de Santiago del Estero, aterrizó en el América, vino al Bucaramanga en donde hizo 12 goles en 16 partidos, fue al Pereira y regresó a los ‘diablos rojos’ en donde fue campeón en 1979. Fue un gran goleador, también lo nacionalizaron y lo llevaron a integrar el seleccionado patrio. ¡No lo conocía nadie!
En la década del 80, llegó a Millonarios un jugador corpulento y macizo cuyo nombre va a causar nostalgia y emociones encontradas en la hinchada de Millonarios, me refiero al piloto central Juan Gilberto Funes. Funes, se demoró un par de meses en hacer goles, pero cuando entró el primero, el resto llegó por boca y nariz. Jaime Ortiz Alvear lo bautizó como ‘El búfalo de San Luis’. La revista argentina El Gráfico le hizo una nota y la tituló preguntándole, “Funes, a vos ¿quién te conoce?”.
Juan Gilberto se fue de Colombia, jugó en River Plate, salió campeón de la Copa Libertadores, estuvo en la Selección Argentina y aquí disputó el botín de oro con su compatriota Miguel Oswaldo González perdiéndolo en el último partido del octogonal de 1985. En la década del 90 llegó en silencio Sergio Alejandro Galván Rey, un diminuto delantero argentino a quien no lo conocía ni quién le vendió los pasajes para llegar al Once Caldas de Manizales. Terminó convertido en el máximo artillero del fútbol colombiano en todos los tiempos.
Por el mismo camino, el del silencio, ha llegado sin bombos ni platillos Gonzalo Lencina al Atlético Bucaramanga, nacido en Alta Gracia (Córdoba) y quien ha militado en equipos normales en su país tales como Belgrano, Gimnasia de Jujuy y Atlético Rafaela. Desde que saltó al terreno mostró condiciones de jugador que sabe con el balón, cabecea muy bien, es inteligente en sus movimientos, tiene una muy buena pegada de media distancia, se sabe asociar y entender en milésimas de segundo, lo que está pasando por la cabeza de su compañero Javier Reina con quien armó una pequeña sociedad, la cual ha dado frutos. Los hinchas del Bucaramanga bailan de emoción con los goles de Lencina y sueñan con la estrella, ante la llegada de ‘Teo’ Gutiérrez. Así como Lencina, llegaron muchos y ahí está la historia. Esperemos que se repita en el caso de este muchacho, quien ya se ganó el cariño de la hinchada. Un abrazo, chao y hasta la próxima.
