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Felipe Zarruk
Sábado 07 de noviembre de 2020 - 12:00 PM

El tenor del área

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En Ensenada, provincia de Buenos Aires, nació un 29 de septiembre de 1947 uno de los mejores zagueros que vimos desfilar por el fútbol argentino, colombiano y obvio por el Atlético Bucaramanga: Roberto Omar Di Plácido Laico, quien en sus inicios como jugador superó rápidamente las barreras de su corta estatura, pasó de categoría en categoría en el club de toda su vida Gimnasia y Esgrima de La Plata, contrario a su hermano Rubén Oscar quien se fue para el bando contrario y en categorías menores terminó siendo suplente de la mítica ‘Bruja’ Verón en Estudiantes, enconado rival del ‘Lobo’.

De estos dos equipos de la ciudad de las diagonales, llegaron grandes jugadores a nuestro balompié. El ‘Ruso’ Di Plácido debutó en 1965 con 18 años cumplidos ante Vélez Sarsfield, jugando como lateral derecho y se quedó hasta 1969.

Tiene una lesión complicada de rodilla y luego de recuperarse se va para Mallorca en España donde no puede jugar por problemas con su documentación. Regresa a Argentina, se enrola con un equipo de Jujuy llamado Altos Hornos Zapla dirigido por el ‘Piojo’ José Yudica.

Luego de buenas campañas en torneos AFA se va para Colón de Santa Fe en donde se convierte en capitán de un equipo integrado por jugadores de la talla de ‘Cococho’ Álvarez y en diciembre de 1977 recibe una llamada del preparador físico argentino José María Granados quien le ofrece venir al Bucaramanga.

Llega en compañía de sus compatriotas Héctor Lamberti, Omar Valentín Bargas y el ‘Loco’ Mario Rubén Mendoza. Debuta ante Unión Magdalena y jugó toda la temporada 1978 sin salir nunca del equipo dirigido por ‘Pipas’ Solarte, el cual jugaba muy bien y alcanzó a ser líder del campeonato ese año.

Di Plácido era rápido, le sacaba la pelota a los rivales de manera limpia, su quite deslizante no fallaba, en el juego aéreo siempre ganaba y más aún teniendo como compañero de trabajo al ‘Nano’ Prince.

La noche que le ganan a Millonarios 3-1, Arturo Segovia tiró un centro y Di Plácido en medio de Irigoyen, Willington Ortíz, Morón y compañía, la ‘mata’ con el pecho, la eleva y termina despejando el balón de ‘Chilena’. Todos los asistentes no tuvimos más que aplaudir a rabiar a quien consideramos uno de los mejores jugadores en la historia del club y ni qué decir, en el puesto de zaguero central junto al ‘Mariscal’ Scrimaglia.

Salía jugando con propiedad, su clase y elegancia no se olvida 42 años después. Vino como técnico al Bucaramanga en 1987 y luego de un buen arranque el equipo se cayó a mitad del camino y se termina marchando en medio de críticas por parte de algún sector de la hinchada y la prensa deportiva, a la cual recordó con cariño, sobre todo a Alberto Osorio, Danny Vega y ‘Papo’ Díaz a quienes invitaba a comer a su apartamento de Torremolinos en la carrera 27 entre calles 33 y 34.

Se acordó del Hotel Andino, toda su familia pasó al teléfono incluyendo a su bella hija Lorena quien preguntó si todavía existía el colegio Santa Inés. Elogió a Maradona y Verón como lo mejor que vio en su país, no ahorró comentarios para referirse al ‘Pibe’ Valderrama y cuando habló del Bucaramanga su mira apuntó hacia ‘Papo’ Flórez, Gillio, ‘Bombillo’ Castro, Erramuspe y ‘Kiko’ Barrios.

“Todavía conservo un anillo de oro con el escudo del Junior que ‘Kiko’ me regaló”.

Cuando el sol brillaba por estos lados, luego de una tarde lluviosa y en Ensenada oscurecía, la videollamada tuvo un tercer integrante, el ‘Loco’ Vilarete.

Las risas y las emociones aparecieron y recordaron cuando Eduardo Emilio al comando de su Dodge subió el carro al andén para perseguir a dos directivos que tenía el Atlético y que lo habían sancionado por sus frecuentes actos de indisciplina.

Se le quebró la voz cuando hablamos de Frascuelli y al enterarse de lo que es hoy en día el equipo de la Ciudad de los Parques. Su señorío sigue intacto, como cuando jugaba, cuando era el tenor del área y su clase y categoría sobresalía en un campeonato en donde abundaban los buenos jugadores de fútbol.

Vaya nuestro abrazo fuerte para el ‘Ruso’ Di Plácido y para toda su familia. Un crack inolvidable.

Chao y hasta la próxima.

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